VIOLENCIA INTRAFAMILIAR/ DOMÉSTICA/ DE PAREJA
La violencia intrafamiliar o violencia doméstica es en la actualidad, uno de los problemas más graves de la sociedad y es considerada como una “enfermedad social”, que requiere de un diagnóstico y tratamiento. Tiene varias modalidades, entre las que se incluye: el maltrato psicológico, económico, sexual, verbal y físico; en su extremo más cruel, puede terminar en el homicidio de la pareja íntima (Carrasco et al. 2007; Calvete, 2012, citados por Barría, 2017).
En Colombia, se utiliza el término de violencia intrafamiliar, para referirse al “maltrato físico, psíquico, sexual que se da entre miembros de la familia; el artículo 26 de la Ley 1257 señala que es aquella que se presenta entre cónyuges o compañeros permanentes; padre y madre de familia, aunque no convivan en un mismo lugar; ascendientes o descendientes de los anteriores y los hijos adoptivos; todas las demás personas que de manera permanente se hallaren integrados a la unidad doméstica” (Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, Sin fecha).
En algunos países, el término que se utiliza para este tipo de violencia, es el de “violencia doméstica” o también se conoce como “violencia de pareja”, siendo la que ocurre entre personas que tienen una relación íntima, que como se dijo al inicio de este apartado, incluye el abuso emocional, verbal, sexual, físico y económico, además de las amenazas de abuso (Mayo Clinic, Sin fecha).
El abuso por parte de una pareja le puede ocurrir a cualquiera, pero al hablarse de “violencia doméstica” se hace énfasis a la que está dirigida a las mujeres, si bien es cierto que también puede ocurrir en contra de los hombres (heterosexuales y homosexuales). Las relaciones en las que predomina el abuso, siempre conllevan a un desequilibrio de poder y control. El agresor doméstico generalmente usa palabras y comportamientos intimidantes e hirientes para controlar a su pareja, por esta razón, muchas veces la violencia doméstica o intrafamiliar no siempre es fácil de reconocer, en especial la psicológica, verbal y económica (que no dejan evidencia física en la víctima, porque son las formas más sutiles de maltrato, aunque cuando aumenta en intensidad, porque tiende a empeorar con el tiempo, empiezan a ser más claras o evidentes las conductas abusivas (Mayo Clinic, Sin fecha).
CICLO DE LA VIOLENCIA DOMÉSTICA
El ciclo de la violencia doméstica, de violencia pareja o de la violencia intrafamiliar (según el país del que se hable) se caracteriza por (Mayo Clinic, Sin fecha).
- Amenazar con emplear la violencia por parte del agresor.
- Empleo de la violencia (ataque) por parte del agresor.
- Pedir disculpas, con promesas de cambio y con ofrecimiento de regalos por parte del agresor.
- Inicio del ciclo una y otra vez.
Cuanto más tiempo se permanezca en una relación abusiva, mayores serán las consecuencias físicas y emocionales, con una alta probabilidad de sufrir depresión y/o ansiedad. En víctimas de violencia de pareja, las mismas han llegado a cuestionarse si es culpa de ellas, sufrir de ese maltrato (lo que podría conllevar a la justificación del maltrato, por parte de la propia víctima), una creencia común entre las/os sobrevivientes del abuso doméstico y que puede dificultar la búsqueda de ayuda (Mayo Clinic, Sin fecha).
TIPOS DE VIOLENCIA
Violencia psicológica
La violencia psicológica es definida en Colombia por la Ley 1257 de 2008, como la consecuencia proveniente de la acción u omisión, destinada a degradar o controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones de otras personas, por medio de la intimidación, manipulación, amenaza, directa o indirecta, humillación, aislamiento o cualquier otra conducta que implique un perjuicio en la salud psicológica, la autodeterminación o el desarrollo personal.
También consiste en provocar miedo a través de la intimidación; en amenazar con causar daño físico a una persona, su pareja o sus hijos o sus mascotas y bienes; igualmente consiste en forzarla a aislarse de sus amistades, de su familia, de la escuela o del trabajo. También consiste en minar la autoestima de una persona a través de críticas constantes, en infravalorar sus capacidades, insultarla o someterla a otros tipos de abuso verbal; en dañar la relación de una pareja con sus hijas o hijos; o en no permitir a la pareja ver a su familia ni a sus amistades (ONU, Sin fecha).
Violencia verbal
La violencia verbal está íntimamente relacionada con la violencia psicológica (hace parte de este tipo de violencia).
Se conoce como violencia verbal a una forma de maltrato que no pasa a lo físico, pero deja secuelas igualmente. En general este tipo de violencia no es tan notoria, al menos para terceros e incluso en ocasiones, para la persona violentada. El maltrato verbal puede disfrazarse de diversas maneras, comentarios sarcásticos e insidiosos, insultos y gritos. Normalmente, es un tipo de violencia que escala su magnitud con el tiempo (comenzando con sarcasmo, críticas o “bromas”, llegando a terminar con quejas, insultos, ofensas que buscan molestar, humillar y menospreciar a la víctima). Generalmente, la violencia verbal se toma como algo común o un pequeño conflicto entre las personas involucradas si no pasa a mayores, es decir, que se intensifica el nivel de violencia y lo más probable es que pase desapercibido. Sin embargo, esta clase de maltrato va a afectar a nivel psicológico en la persona maltratada (Tilo, Sin fecha).
Con el maltrato verbal se busca herir a la otra persona tanto como con el maltrato físico, pero de manera más discreta o sutil. La persona que ejerce violencia verbal, menospreciar y criticar al otro. En general es un tipo de violencia que se va extendiendo en el tiempo, lo que genera que la persona maltratada lo incorpore como rutinario y termine aceptándolo como “algo normal” y la víctima de este tipo de maltrato, tiende a incorporarlo, por lo que se acostumbra a ser tratada de esa manera, impidiendo que salga de esa situación. Cuando la violencia verbal se vuelve algo común en una relación, la víctima ve dañada su autoestima cada vez más, lo que produce una variedad de consecuencias (por ejemplo, su salud mental se ve en riesgo). La relación entre el agresor y la víctima dejará de ser la misma y puede tomar una dinámica diferente. Puede suceder que el agresor no sea consciente de este tipo de violencia y por lo general, se da en la intimidad (cuando se encuentran solos). Como se dijo anteriormente, puede presentarse en ausencia de la violencia física, pero también pueden presentarse conjuntamente y generalmente la violencia verbal es el preludio de la violencia física (Tilo, Sin fecha).
Violencia económica
En Colombia, según la Ley 1257 de 2008, la violencia económica se define como “la pérdida, transformación, sustracción, destrucción, retención o distracción de objetos, instrumentos de trabajo, documentos personales, bienes, valores, derechos o económicos destinados a satisfacer las necesidades de la mujer”. También es cualquier acción u omisión orientada al abuso económico, el control abusivo de las finanzas, recompensas o castigos monetarios a las mujeres por razón de su condición social, económica o política. Esta forma de violencia puede consolidarse en las relaciones de pareja, familiares, en las laborales o en las económicas.
También consiste en lograr o intentar conseguir la dependencia financiera de otra persona, manteniendo para ello un control total sobre sus recursos financieros, impidiéndole acceder a ellos y prohibiéndole trabajar o asistir a la escuela (ONU, Sin fecha).
Uno de los efectos de la violencia económica contra la mujer en el seno de la familia, son las relaciones de dependencia que se establecen entre ella y su proveedor económico-agresor. Si además de la violencia económica, la mujer es víctima de violencia sexual, para ella puede ser más difícil tomar la decisión de denunciar, alejarse o abandonar a su pareja (Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, Sin fecha).
Violencia física
De acuerdo con la Ley 1257 de 2008, la violencia física es el riesgo o la disminución de la integridad corporal de una persona. Consiste en causar o intentar causar daño a una pareja golpeándola, propinándole patadas, quemándola, agarrándola, pellizcándola, empujándola, dándole bofetadas, tirándole del cabello, mordiéndole, negándole atención médica u obligándola a consumir alcohol o drogas, así como emplear cualquier otro tipo de fuerza física contra ella; se incluye también los daños a la propiedad (ONU, sin fecha).
Violencia sexual
La violencia sexual se configura con acciones de naturaleza sexual que se cometen en una persona sin su consentimiento y comprende la invasión física del cuerpo humano; pueden incluir actos que no involucren penetración o incluso contacto físico alguno (Corte Interamericana de Derechos Humanos, citado por la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, Sin fecha). Este tipo de violencia, se manifiesta mediante el sexo bajo coacción de cualquier tipo, incluyendo el uso de la fuerza física; las tentativas de obtener sexo bajo coacción, la agresión mediante órganos sexuales, el acoso sexual, el matrimonio o cohabitación forzada, la prostitución forzada, la esclavitud sexual, el aborto forzado, la desnudez forzada, la denegación del uso de anticonceptivos o de adoptar medidas de protección contra enfermedades (OMS, citado por la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, Sin fecha).
Se entiende por violencia sexual cualquier acto de naturaleza sexual cometido contra la voluntad de otra persona, ya sea que esta no haya otorgado su consentimiento o que no lo pueda otorgar por ser menor de edad, sufrir una discapacidad mental o encontrarse gravemente intoxicada o inconsciente por efecto del alcohol o las drogas (ONU, Sin fecha).
Violencia institucional
La violencia institucional puede ser definida como “los actos u omisiones de las y los servidores públicos de cualquier orden de gobierno que discriminen o tengan como fin dilatar, obstaculizar o impedir el goce y ejercicio de los derechos humanos de las mujeres, así como su acceso al disfrute de políticas públicas destinadas a prevenir, atender, investigar, sancionar y erradicar los diferentes tipos de violencia”. La violencia institucional es por lo tanto, ejercida por agentes del Estado y puede realizarse a través de normas, prácticas institucionales, descuidos y privaciones en detrimento de una persona o grupos de personas. Se caracteriza por el uso del poder del Estado para causar daño y reforzar los mecanismos establecidos de dominación. Los servidores públicos ejercen violencia institucional e impiden el goce y ejercicio de los derechos humanos, cuando: obstaculizan el acceso a la justicia y a una tutela judicial efectiva; contravienen la debida diligencia; no asumen la responsabilidad del servicio que tienen encomendado; incumplen el principio de igualdad ante la ley; no proporcionan un trato digno a las personas y omiten brindar protección a la integridad física, psíquica y social de las mujeres (Instituto Nacional de la Mujer, Sin fecha).
CARACTERISTICAS DEL MALTRATO, DE LOS AGRESORES DOMÉSTICOS Y DE LAS VICTIMAS DE MALTRATO
Entre las características del maltrato, de los agresores domésticos (intrafamiliares) y de las víctimas de maltrato de acuerdo con Mayo Clinic, (Sin fecha) se puede encontrar las siguientes:
- Culpar a la pareja por la violencia en la relación: este tipo de agresores (entre otros), muy rara vez asumen la responsabilidad de sus actos.
- Es posible que el agresor sólo muestre un comportamiento abusivo con su víctima (pareja): aunque es frecuente que, por rasgos narcisistas y psicopáticos, lo sean también con otras personas de su entorno inmediato, los agresores suelen preocuparse por las apariencias externas y pueden mostrarse “encantadores y estables” ante los demás, como en el caso de los narcisistas y psicópatas, que tienen una gran tendencia a la manipulación y al engaño. Esto hace que su víctima crea que sus acciones, solo pueden explicarse por algo que “ella haya hecho”.
- Puede diagnosticarse erróneamente a la víctima del maltrato, por la posibilidad de la falta de comunicación de la existencia de los hechos de maltrato durante la atención médica-psicológica- psiquiátrica y que solo tomen nota de los patrones no saludables en su pensamiento o comportamiento: de esta manera los profesionales de la salud a cargo de atender a la víctima, no correlacionan la sintomatología de la persona con un caso de violencia doméstica/intrafamiliar. Por ejemplo, las víctimas de violencia, pueden sufrir de trastornos crónicos como el síndrome de colon irritable o fibromialgia (típicos cuadros sintomáticos de somatizaciones de problemas psicológicos). La exposición a la violencia doméstica/intrafamiliar, aumenta el riesgo de sufrir afecciones de salud mental, tales como la depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático.
- El agresor puede usar la tecnología para controlar su privacidad o intimidad: por ejemplo, controlando su teléfono y su comunicación en línea y rastrear la ubicación de su víctima.
- Puede ocurrir el caso en que la víctima actúa verbal o físicamente contra su agresor: ya sea insultando, gritando, empujando, golpeando, etc., durante los conflictos y es posible que le preocupe a la víctima estar siendo “también abusiva”, siendo muy probable que sea debido a una reacción de defensa propia o por un intenso sufrimiento emocional, reaccionando a la provocación y al maltrato del agresor, al igual que es muy probable que el agresor use tales incidentes, para manipular a su víctima o al sistema judicial, describiéndolos como “una prueba de que es la “víctima” cuando en realidad es el agresora y que la verdadera víctima “ejerce un comportamiento abusivo en su contra” y presentándose como la “agresora”.
LOS FACTORES DE RIESGO O DE VULNERABILIDAD, ASOCIADOS CON LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR/ DOMÉSTICA SON:
Por vulnerabilidad, se entiende como el conjunto de aquellas características físicas, psicológicas, demográficas, sociales, culturales, políticas o por alguna condición especial, que hacen que, una persona se encuentre en un mayor riesgo que otras, de que sus derechos sean violentados. Igualmente, la vulnerabilidad se refiere a la condición de una mayor indefensión, en la que se puede encontrar una persona, grupo o comunidad. Las personas pueden ser vulnerables porque no cuentan con los recursos necesarios para satisfacer las necesidades básicas (la alimentación, un ingreso, la vivienda, los servicios de salud, el agua potable, entre otros) y esta situación está en función de la capacidad de respuesta individual o colectiva, frente a una situación determinada. Todos, en mayor o menor medida somos vulnerables, ya sea por una condición de pobreza, por el origen étnico o por otras causas como una crisis económica que afecta de diferente manera a los sectores de la población (Espinosa, 2000, citada por Pérez, 2005).
Existen una serie de características personales relacionadas con la vulnerabilidad, tales como: la edad, el sexo, la situación familiar, el domicilio, el empleo, la etnia o la pertenencia a un grupo social, el nivel cultural y de formación, entre muchas otras. Se es vulnerable al daño ocasionado como la crisis económica, el desempleo, la falta de igualdad de oportunidades, las conductas discriminatorias e incluso los fenómenos naturales (Foster, 1994; citados por Pérez, 2005).
De acuerdo con Pérez (2005), el término “vulnerabilidad” se ha usado para designar a las condiciones sociales en referencia a un determinado estado de susceptibilidad de recibir algún daño o violación de derechos por parte de una persona, de una comunidad o incluso por parte del Estado (violencia institucional), frente a una situación, agresión, entre otros. La vulnerabilidad también se refiere a la noción de inseguridad, ya sea que se manifieste como una debilidad o una exposición en condiciones de desventaja, una posibilidad de daño a la integridad física, psicológica o moral de la persona. Todo esto tiene como resultado el riesgo. También se puede hablar de diferentes tipos de vulnerabilidad: por idiosincrasia, natural, por recursos, social y cultural. La vulnerabilidad tiene su origen a partir de la reunión de factores internos (características propias del individuo, grupo o comunidad) y externos (están ligados al contexto social) que al combinarse, disminuyen o anulan la capacidad de una persona, grupo o comunidad, para enfrentar una situación determinada que les ocasione un daño y más aún, para recuperarse de él. Uno de los factores más graves en la actualidad, lo es la violencia en todas sus formas.
Existen muchos factores sociales, estructurales y personales que incrementan la vulnerabilidad frente a la violencia hacia las mujeres. Solo algunos de estos factores que se deben tener en cuenta en los casos de violencia doméstica o intrafamiliar son (MUJERYSALUDMENTAL.ORG, Sin fecha):
- La ausencia de empleo y recursos económicos.
- El aislamiento social y la soledad.
- la inadecuación de los servicios públicos que atienden situaciones de violencia.
- La falta de recursos propios para defenderse.
- La carencia de autonomía y la dependencia de otras personas.
- La baja autoestima.
- La probabilidad de aceptar relaciones desiguales debido a las dificultades para establecer pareja.
- El sentimiento de baja capacidad para enfrentarse a la vida en solitario.
- La tendencia a justificar las relaciones abusivas hacia ellas debido al sentimiento de poca valía.
- Las dificultades en el acceso a la información y a los servicios.
- Haber sufrido violencia en el ámbito familiar en la infancia.
- Haber sido testigo de la violencia del padre sobre la madre.
- Sufrir de una enfermedad mental.
- Estar en un momento de empeoramiento de una enfermedad mental.
- Estar en estado del embarazo
Otros factores que se deben considerar son (Mayo Clinic, Sin fecha):
- La situación de inmigrante y el miedo a la deportación, lo que hace que la víctima pueda dudar en buscar ayuda. Además, las barreras lingüísticas (en los casos en los que la víctima habla un idioma diferente al del país donde llegó a vivir.
- La falta de independencia económica, que además afecta la capacidad de la víctima para acceder a los recursos (abogados, a refugios, atención médica, etc.).
- Falta de apoyo o de una red social, que conllevan al aislamiento.
- Ser una mujer mayor, ya es posible que la víctima tenga que enfrentarse a retos relacionados con su edad y haya crecido en una época en la que no se hablaba de la violencia doméstica o que por creencias religiosas o por el qué dirán, piense que debe tener que aguantar una relación abusiva.
- Tener problemas de salud que aumentan su dependencia o que el agresor los padezca, por su sentido de responsabilidad.
- Ser homosexual, cuando no se ha revelado la orientación sexual, ya que hace menos probable que la víctima busque ayuda después de la agresión, si la víctima no quiere revelar su orientación sexual. Ser agredida por otra mujer, puede hacer que la víctima tema que no le crean.
Los factores asociados con la violencia de pareja son los siguientes (OMS, 2021):
- Bajo nivel de instrucción (agresor y víctima)
- Exposición al maltrato infantil (haber presenciado escenas de violencia familiar (agresor y víctima).
- Trastorno de la personalidad antisocial (agresor).
- Uso nocivo del alcohol (agresor y víctima).
- Comportamientos masculinos dañinos, como el tener múltiples parejas y/o actitudes de aprobación de la violencia (agresor).
- Normas sociales que otorgan privilegios o una condición superior a los hombres y una condición inferior a las mujeres y machismo (agresor y víctima).
- Escaso acceso de la mujer a un empleo remunerado o dependencia económica (víctima).
- Bajos niveles de igualdad de género (leyes discriminatorias, etc.) (víctima).
- Antecedentes de violencia (agresor y víctima).
- Discordia e insatisfacción marital (agresor).
- Dificultades de comunicación entre los miembros de la pareja (agresor y víctima).
- Conductas de control (agresor).
SÍNDROME DE MUJER MALTRATADA Y PERFIL DE VICTIMA DE VIOLENCIA DOMÉSTICA/ INTRAFAMILIAR/ DE PAREJA y TEPT EN CASOS DE VIOLENCIA DOMÉSTICA:
El concepto de “mujer maltratada” hace referencia específicamente al género femenino, en un contexto social en el cual, coloca a la mujer en una posición de inferioridad, dado que aún hoy en la sociedad el hombre detenta el poder prevalente. En este contexto social, le compete a la mujer demostrar a través de su capacidad personal que puede ocupar posiciones sociales de envergadura, mientras que al hombre las mismas, le resultan adscriptas por su condición de género, sin necesidad de acreditarlo o demostrarlo específicamente. En este sentido, el rol social de la mujer implica notorias desventajas, que la tornan susceptible de mayores abusos y malos tratos. Igualmente, el concepto de “mujer maltratada” es una construcción teórica que permite un mejor enfoque de un serio problema social, tras el cual se congregan innumerables casos y secuencias personales, con matices muy particularizados, que sufren directa o indirectamente malos tratos, y también aquellos casos de evidente exposición a los mismos. Por ello este concepto no es una etiqueta estigmatizante que congela a un individuo en una posición social valiosa, sino una generalización definida, a partir de uniformidades evidenciadas en el reconocimiento de vastísimos casos particulares, que asegura un mejor análisis global, premisa indispensable para la evaluación de las perspectivas preventivas y correctivas pertinentes (Bartelli, Sin fecha).
Como se dijo, la violencia no únicamente se muestra en forma de moratones y heridas físicas, sino que implica una profunda huella a nivel psicológico. A raíz de la gran cantidad de síntomas conductuales y emocionales que surgen a partir del maltrato o la violencia contra la pareja que muestran muchas mujeres, en la literatura y comunidad científica se ha propuesto el concepto del ”síndrome de la mujer maltratada”, como la psicopatología que sufre este colectivo (Montagud, 2019).
El concepto del síndrome de la mujer maltratada es una propuesta de trastorno psicológico por el cual pasan aquellas mujeres que han sido víctimas de violencia (sea ésta de pareja o doméstica o intrafamiliar o de género). Este síndrome ha sido relacionado con el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y en los últimos años ha ido adquiriendo un mayor reconocimiento, especialmente en el ámbito judicial, sobre todo en casos en los que la mujer, tras años sufriendo malos tratos, ha asesinando a su marido/pareja o novio (Montagud, 2019).
La sintomatología asociada con este síndrome, es el siguiente (Montagud, 2019):
- La capacidad de la víctima para responder a los abusos va disminuyendo a medida que estos van incrementando su frecuencia e intensidad a lo largo de la relación.
- Con el tiempo, la mujer se vuelve muy pasiva, sumisa, con muy baja autoestima y con un profundo miedo a disgustar a su maltratador.
- Pese a no querer ser maltratadas, acaban creyendo que realmente se lo merecen, que son tan malas como parejas, que su novio o marido no tiene otra alternativa que enseñarles a través de la violencia, haciendo que se sientan totalmente culpables de la situación en la que están atrapadas.
- Las mujeres que son víctimas de este tipo de violencia suelen sentirse cansadas e impotentes, además de sufrir una constante situación de pánico.
- Todo esto conlleva una serie de síntomas de tipo depresivo y ansiógeno (depresión, ansiedad, ideas suicidas, problemas de sueño, como insomnio, etc.), además de que pueden darse otros trastornos (ya sean del estado anímico o trastornos de la conducta alimentaria, adicciones y el TEPT).
- Es usual encontrar también problemas a nivel cognitivo muy destacables, como falta de concentración, disociación, distorsión de la propia imagen corporal, negación, pensamiento pesimista, etc.
El perfil o las características de la mujer maltratada son (Torres, 2017):
- Tendencia a reaccionar de forma defensiva con facilidad: las víctimas de maltrato pueden sobresaltarse o adoptar una postura defensiva rápidamente cuando notan que alguien quiere tocarlas de manera inesperada (mover el brazo para tocarles el hombro o quitarles una broza del pelo puede hacer que muestren signos de miedo como el hecho de acercar los brazos al cuerpo, ocultar su cuello bajando la barbilla o interponiendo un hombro entre ellas y la otra persona, todo esto en un movimiento rápido y automático).
- Muestran sumisión explícita frecuentemente: las mujeres maltratadas tienen el hábito de mostrarse sumisas ante la persona que las ataca y pueden adoptar este estilo de comportamiento con “figuras de autoridad”. Esto suele significar que les replican pocas veces y en algunos casos, incluso evitan el contacto visual manteniendo la mirada baja.
- Baja autoestima: las mujeres maltratadas han estado recibiendo ataques psicológicos dirigidos a menoscabar su autoestima y por esa razón, muchas veces manifestarán creencias relacionadas a su incapacidad para realizar tareas relativamente sencillas y tenderán a desconfiar de su propio punto de vista (conocido como Gaslighting).
- Manifestación de signos de estrés: en muchos casos sus niveles de estrés se mantienen altos durante mucho tiempo. Esto se plasma en cansancio, problemas de sueño, respiración acelerada y posturas corporales que denotan rigidez de los músculos.
- Actitud desconfiada: muchas mujeres maltratadas se ven forzadas a ocultar mucha información sobre sus vidas por puro miedo y eso hace que eviten situaciones en las que deben hablar sobre sí mismas. Esto puede ocurrir incluso en sus relaciones con sus amistades y sus familiares.
- Muestran poco su piel: las mujeres maltratadas que han sufrido abusos físicos acostumbran a adoptar una apariencia que les permite ocultar magulladuras. Por ejemplo, un abundante maquillaje, mangas largas y ropa sin escote.
- Cargan con las culpas con facilidad: las mujeres maltratadas tienden a asumir que la responsabilidad del maltrato ha sido suya, incluso, cuando falta información sobre lo que ha pasado y se genera una cierta ambigüedad. Esto es uno de los indicios de su falta de autoestima y es un mecanismo de protección para evitar agravar el problema, ya que en situaciones de abusos constante, el maltratador echa la culpa a la mujer maltratada de manera sistemática y no quiere ser cuestionado.
- Toman “El camino largo” para evitar llegar al lugar del maltrato: uno de los indicadores que señalan la presencia de una mujer maltratada es que, si pueden, intentan “matar el tiempo” con actividades aparentemente insignificantes, para retrasar su llegada al lugar en el que espera el maltratador.
- Anticipan el enfado del maltratador y evitan ciertas preguntas: otra señal que indica maltrato es la evitación de preguntarle ciertas cosas al maltratador, ante la previsión de que se encolerice. Esto hace que la comunicación entre ambos sea poco fluida, llena de silencios y momentos en los que la mujer duda. Dicho de otro modo, una de las señales características de las mujeres maltratadas es la falta de asertividad.
- Sienten vergüenza con facilidad: la baja autoestima también tiende a hacer que sea más fácil avergonzarse con relativa facilidad. Por ejemplo, algo tan simple como no haber oído bien una pregunta, puede hacer que aparezcan señales de sonrojo en la cara. Esto es así, porque las víctimas de maltrato aprenden que las personas muestran un nivel de exigencia muy alto y que salirse de esos esquemas de perfección “no es normal”.
TEPT en casos de violencia doméstica:
Las secuelas físicas y psicológicas de la violencia doméstica son numerosas. Las primeras oscilan desde lesiones menores, moretones, síndromes de dolor crónico, fibromialgia, fracturas, hasta la pérdida de la vida. En el plano psicológico, la violencia puede generar problemas de autoestima, sentimientos de culpa, vergüenza, culpabilidad y constituye un factor de riesgo para el desarrollo de diversos trastornos como el TEPT (estrés postraumático), trastornos depresivos, de ansiedad, alimentarios, del suelo, disociativos, disfunciones sexuales, y abuso de sustancias, entre otros. Muchas investigaciones señalan el TEPT como el trastorno más frecuentemente desarrollado por las víctimas de violencia doméstica . Se estima que la prevalencia de violencia doméstica oscila en torno al 60%, aunque prácticamente el 100% de ellas, presenta algún tipo de sintomatología postraumática (Aguirre et. al., 2010).
A continuación, se hablará del estrés postraumático y de su sintomatología relacionada.
La exposición a sucesos estresantes o de naturaleza traumática, es capaz de producir una reacción caracterizada por terror, una sensación de gran vulnerabilidad e indefensión, miedo a perder la vida o a ser seriamente dañado/a. Los eventos capaces de generar tal reacción, son muy variados y el poder “traumatizante” de un acontecimiento, depende principalmente del grado de horror, indefensión, impotencia y amenaza a la integridad física, emocional y moral que ese determinado acontecimiento genera en una persona. Sin embargo, el grado de impacto psicológico en una persona, también se puede ver influenciado por la naturaleza del evento, por el número de personas que se ven afectadas de forma simultánea por éste o por la mayor o menor difusión del mismo. Para considerarse un hecho traumático, éste debe considerarse como una experiencia psicológicamente desbordante para la persona. Hay una enorme cantidad de experiencias capaces de generar reacciones postraumáticas, aunque no todos los individuos que viven éstas, acaban manifestando un TEPT (Sosa y Capafóns, 2005).
Además de las anteriores características, existen otras con poder “traumatizante” que deben ser tenidas en cuenta: 1) la percepción del evento como altamente negativo (aquellas experiencias que pueden llegar a producir o producen daños físicos graves o que suponen un peligro para la vida o aquellas que generan un intenso dolor emocional), 2) la falta de control del evento (la percepción de falta de control incrementa el potencial traumatizante de una experiencia, así que los eventos serán más estresantes, cuanta más sensación de falta de control generen en los individuos) y 3) lo inesperado del evento (no hay que esperar el mismo nivel de perturbación de eventos que suponen una amenaza inminente, que de eventos que generan una amenaza diferida en el tiempo; este tiempo dependerá de la naturaleza del evento y de las características del individuo). En general, los eventos altamente negativos, que se presentan de forma inmediata y repentina, tienen mayor probabilidad de producir un miedo desbordante, que aquellos que se producen de forma más gradual (Carlson, 1997; Carlson y Dalenberg, 2000; citados por Sosa y Capafóns, 2005).
Un factor importante a la hora de configurarse un TEPT, es la valoración subjetiva del individuo, siendo un factor determinante, incluso más que el peligro real asociado con el evento. Hay casos en los que se presentan las características anteriormente mencionadas y aun así, puede no producirse un TEPT. La probabilidad de desarrollar TEPT depende de la severidad del hecho traumático. La intensidad, naturaleza, duración y frecuencia de las experiencias traumáticas son los principales parámetros para determinar la gravedad de una experiencia traumática. Todos estos elementos son importantes porque determinan la valoración que hace el individuo del grado de amenaza del evento y modulan el tipo de reacción que se manifiesta posteriormente. También depende de si el hecho traumático ocurre una vez o se trata de experiencias crónicas que se repiten. Entre los eventos que pueden provocar TETP, están las catástrofes naturales, accidentes, tragedias causadas por el hombre (guerras, atentados, terroristas, bombardeos, violaciones o situaciones de abuso sexual psicológico o físico (violencia intrafamiliar, doméstica o de pareja), torturas, agresiones físicas, violencia criminal y otro tipo de delitos como robo, atracos, etc.), al igual que también enfermedades graves o determinados procedimientos quirúrgicos, entre muchas otras situaciones (que como se dijo, dependen de la interpretación subjetiva de la persona). Se desconoce las razones por las que hechos traumáticos pueden causar en algunas personas TEPT y en otras no. Sin embargo, el hecho de sufrir o no TEPT podría estar influenciado por los genes, las emociones y el ambiente familiar, que juegan un papel importante en la etiología u origen del trastorno. Los efectos de tales eventos no solo afectan de manera especial a las víctimas directas o traumatización primaria, sino que dependiendo de la naturaleza del evento traumático, éste puede afectar a los familiares y amigos de las víctimas o traumatización secundaria y afectando hasta al personal de salvamento y rescate a las víctimas o a la comunidad o traumatización terciaria (Sosa y Capafóns, 2005; MedlinePlus, Sin fecha).
El TEPT o trastorno de estrés postraumático se considera, de acuerdo al Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales o DSM 5 (su última versión), como un trastorno de la ansiedad y ocurre, por lo tanto, cuando una persona ha experimentado un trauma emocional (MedlinePlus, sin fecha).
Entre las reacciones postraumáticas más comunes, según Sosa y Capafóns (2005), son:
Emocionales | Shock; incredulidad; terror; ira; rabia; irritabilidad; reproches; sentimientos de culpa, vulnerabilidad y desamparo; aflicción o pesar; anestesia emocional; dificultad para disfrutar de las actividades agradables y para experimentar sentimientos positivos. |
Cognitivas | Problemas de concentración y memoria; confusión y desorientación; autorreproches; baja autoestima y autoeficacia; dificultad para tomar decisiones; pensamientos repetitivos e invasores; preocupación; disociación (por ejemplo, “todo parece como un sueño”, despersonalización, visión en túnel). |
Físicas | Fatiga; insomnio; pesadillas; hiperactividad autonómica; dolores de cabeza; pérdida del apetito; respuesta de sobresalto; molestias abdominales; pérdida del deseo sexual; respuesta inmune reducida. |
Interpersonales | Alienación; retraimiento social; deterioro laboral y escolar; externalización de la culpa; aumento de conflictos interpersonales; sensación de rechazo y abandono; incapacidad para relaciones íntimas; abuso de sustancias. |
El TEPT tiene trastornos o una serie de manifestaciones asociados, entre los cuales encontramos los siguientes (Sosa y Capafóns, 2005):
Depresión | Las manifestaciones depresivas pueden llegar a estar muy presentes después de una experiencia traumática. Entre los síntomas depresivos más comunes experimentados son: inactividad o letargo, pensamiento negativo, conducta/ideación suicida, problemas de concentración, bajo estado de ánimo, sentimiento de desesperanza, apatía, problemas de sueño y pérdida del apetito. Todas estos síntomas se relacionan con la sensación de pérdida de control por las posibles pérdidas asociadas y por la incapacidad para controlar los pensamientos y sentimientos. |
Duelo complicado | En la medida en que muchas experiencias traumáticas por definición conllevan importantes pérdidas (muerte de seres queridos, destrucción de bienes materiales, deterioro físico, social o psicológico), las reacciones de duelo suelen estar presentes como manifestaciones asociadas junto a las reacciones postraumáticas. En los casos de duelo complicado, los síntomas que se presentan son ansiedad, malestar, tristeza, protesta e ira, se prolongan más en el tiempo que en el duelo normal (meses o años después de la pérdida) y pueden tomar la forma recuerdos intrusivos muy perturbadores. |
Conducta agresiva | En ocasiones, las personas con TEPT muestran una clara hostilidad frente a los que les rodean, en otras, la agresividad puede estar dirigida hacia ellos mismos por medio de conductas autolesivas (cortes autoproducidos, búsqueda de situaciones de riesgo, abuso de sustancias psicoactivas, entre otras). En ocasiones, las personas con TEPT pueden presentar ambos tipos de reacciones agresivas. |
Deterioro del autoestima | El deterioro en la autoestima en estas personas, se traduce en falta de confianza en sí mismos, en una tendencia a valorar de forma negativa sus capacidades, en una tendencia a abandonar con facilidad todas las actividades que se comienzan y la tendencia a valorar negativamente todos sus logros. |
Alteraciones en la identidad personal | Manifestaciones como niveles elevados de confusión con respecto a los propios deseos, metas y gustos, fuertes sentimientos de despersonalización e incluso amnesia sobre lo ocurrido, pueden ser respuestas asociadas a situaciones traumáticas, como consecuencia de las fuertes de evitación o como efecto directo de la experiencia traumática. |
Dificultades en las relaciones interpersonales | Se presentan problemas para establecer relaciones íntimas, relaciones familiares y maritales conflictivas, problemas con las amistades y dificultades sexuales son algunos de los problemas interpersonales que surgen como consecuencia de un TEPT. |
Sentimientos de culpa y vergüenza | Es común que después de un TEPT, las personas muestren importantes sentimientos de culpa que pueden tomar la forma de remordimientos por haber sobrevivido, sensación de responsabilidad sobre lo ocurrido, vergüenza por su forma de comportarse o reaccionar ante el evento traumático. Suelen presentar sistemáticamente una tendencia a distorsionar o exagerar su grado de responsabilidad sobre el hecho traumático. |
Quejas somáticas y problemas físicos | Se presentan generalmente quejas somáticas como dolores de cabeza, molestias gastrointestinales, alteraciones del sistema inmune, mareos, dolor en el pecho y molestias físicas diversas entre las personas con TEPT. |
La violencia de pareja podría ser el efecto de una serie de factores de riesgo o variables como las características psicopatológicas y de personalidad, las creencias y las distorsiones cognitivas en relación a violencia y feminidad, masculinidad hegemónica y las formas no pacíficas de resolución de conflictos, entre otras (Echauri et al., 2011; Fernández-Montalvo et al., 2008; citados Barria, 2017).
PERFIL DEL AGRESOR DOMÉSTICO
Es importante decir que el perfil del agresor doméstico no puede ser categorizado por variables como: edad, clase social, nivel educacional, ocupación, religión, lugar de residencia, etc., debido a que puede configurarse con cualquiera de las variables mencionadas, lo que no implica que se deje de reconocer que existe una relación o asociación entre algunas de ellas, que puede potenciar el riesgo de conductas violentas (Bartelli, Sin fecha).
El perfil del maltratador es (Bartelli, Sin fecha):
Dimensión Comportamental | Dimensión Psicodinámica |
Comprende la gama de conductas, amenazas, agresiones verbales y físicas que realiza una persona. | Comprende lo psíquico, lo consciente e inconsciente, los afectos, sentimientos y emociones. |
Deseo de control (obsesión por ejercer el dominio sobre los demás).
Celos (puede ser un indicador significativo de su potencial homicida). Doble fachada (en público es encantador, pero en la intimidad es agresivo y violento). Impone el aislamiento social a su familia (se acrecienta el dominio sobre su víctima) Abuso de alcohol – drogas – medicamentos (están fuertemente asociados). Repetición del ciclo de la violencia (hay más peligrosidad, cuanto más se acorte el ciclo). Violencia hacia terceros (más riesgo para la mujer y los hijos). Violencia hacia las mascotas (crueldad con ellas por la ira). Violencia al volante (abusa del riesgo y la velocidad). Posesión de armas (aumenta la peligrosidad). No cumple las promesas. Dificultades para acatar normas y límites (incluso impuestos por el juez). Conductas poco asertivas (dificultad para ejercer sus derechos, sin atropellar a los demás). Golpes físicos (imperceptibles o invalidantes contra la víctima). Cambios súbitos e impredecibles de humor. Destruyen objetos. Emplean tácticas de espionaje o contrata a terceros, graba conversaciones, etc. Autoreforzamiento del comportamiento violento (una vez iniciado, se potencia a sí mismo). Inmadurez Amenaza a su víctima con el fin de que sus comportamientos no trasciendan al exterior. No solicita ayuda psicológica y/o psiquiátrica. Divide y reinarás es la estrategia utilizada con el fin de obtener beneficio personal. Discrimina y genera competencia entre sus hijos/as. Evita hablar de su familia de origen. Tendencia a la mentira. Quiebran la conversación pasando de un tema a otro. No comunica los mensajes o los borra del contestador telefónico. Incapacidad de alternativas al conflicto. Utiliza lenguaje confuso para poder engañar y desdecirse de sus dichos. Busca aliados (utiliza a los hijos de mensajeros o espías, intenta la complicidad de los profesiones de ayuda, etc.). Usa frecuentemente el sexo como señal de poder, recriminando a la mujer lo que en realidad son sus propias falencias y/o problemas y cosificación de la mujer. Dificultades y conflictos en el ámbito laboral. Obsequia regalos de manera interesada y para lograr el perdón. Irregularidades en el manejo del dinero (decisiones arbitrarias en la distribución de los recursos, no pagan con regularidad la cuota de alimentos, entre otros). Simulacros de irse y volver. Simulacros y/o amenazas de suicidio u homicidio hacia su pareja, hacia sí mismo y/o hijos/as, situación extremadamente peligrosa. Recurre al acoso como una manera de tener contacto con la víctima. |
Baja autoestima (se sienten inseguros).
Pensamiento mágico (tienen proyectos irreales que muchos terminan en frustración). Expectativas irreales (esperan que sus esposas e hijos cumplan sus deseos no explicitados). Dificultad para expresar sentimientos (a veces lo hacen a través de conductas). Desarrolla largos monólogos pueden estar horas hablando, preguntando y respondiéndose a sí mismo). Omnipotencia Narcisismo (se compara con su víctima para humillarla o decir que es mejor entre otras cosas). Obsesividad. Emocionalmente empobrecido y vulnerable. Gran capacidad de persuasión (manipulación). Miedo al abandono por parte de la víctima. Depresión (es frecuente que tengan estados depresivos). |
Estos son los factores asociados al maltratador (Barria, 2017):
Factores relacionales y de la historia familiar | Factores psicopatológicos y afectivos |
Insatisfacción de la relación de pareja
Necesidad de control y poder Estilos de interacción desadaptativos Déficit de habilidades sociales y de comunicación. Características de la familia de origen (exposición a la violencia). Machismo o actitudes favorecedoras que justifican actos violentos. Amenaza a su víctima con el fin de que sus comportamientos no trasciendan al exterior. No solicita ayuda psicológica y/o psiquiátrica. Divide y reinarás es la estrategia utilizada con el fin de obtener beneficio personal. Discrimina y genera competencia entre sus hijos/as. Evita hablar de su familia de origen. Tendencia a la mentira. Quiebran la conversación pasando de un tema a otro. No comunica los mensajes o los borra del contestador telefónico. Incapacidad de alternativas al conflicto. Utiliza lenguaje confuso para poder engañar y desdecirse de sus dichos. Busca aliados (utiliza a los hijos de mensajeros o espías, intenta la complicidad de los profesiones de ayuda, etc.). Usa frecuentemente el sexo como señal de poder, recriminando a la mujer lo que en realidad son sus propias falencias y/o problemas y cosificación de la mujer. Dificultades y conflictos en el ámbito laboral. Obsequia regalos de manera interesada y para lograr el perdón. Irregularidades en el manejo del dinero (decisiones arbitrarias en la distribución de los recursos, no pagan con regularidad la cuota de alimentos, entre otros). Simulacros de irse y volver. Simulacros y/o amenazas de suicidio u homicidio hacia su pareja, hacia sí mismo y/o hijos/as, situación extremadamente peligrosa. Recurre al acoso como una manera de tener contacto con la víctima. |
Ira, hostilidad
Baja autoestima Dependencia Características antisociales y psicopatológicas. Inestabilidad emocional (déficit en el control de emociones, baja tolerancia a la frustración). Impulsividad y agresividad Alta conflictividad consigo mismo (altos niveles de ansiedad que produce un malestar psíquico y la posibilidad de reacciones explosivas). Apego temeroso/ambivalente y apego ansioso |
Factores cognitivos | Factores contextuales | Uso y abuso de sustancias |
Atribución externa de la responsabilidad.
Minimización y justificación de la violencia. Actitudes y creencias distorsionadas sobre la mujer y los roles de género. Distorsiones cognitivas ligadas a la creencia sobre la dominancia. Necesidad de imponer las propias opiniones y que las cosas se hagan a su modo. Celos |
Cesantía (que no esté vinculado a un trabajo).
Estrés por bajos ingresos, Religión |
Consumo abusivo del alcohol.
Consumo abusivo de drogas. |
Presencia de trastornos psiquiátricos | Trastornos de personalidad | Antecedentes delictuales |
Esquizofrenia paranoide
Trastornos bipolares Depresión Ideaciones suicidas |
TP paranoide
TP narcisista TP obsesivo-compulsivo TP antisocial TP limítrofe TP dependiente TP negativista TP histriónica |
Robos, hurtos, homicidios.
Robos, hurtos, homicidios de parientes. Tráfico de drogas. Faltas atribuidas a conductas del sujeto |
Dos factores muy importantes de riesgo para la violencia doméstica, intrafamiliar o de pareja son el machismo y el narcisismo:
El machismo se define como una ideología que defiende y justifica la superioridad y el dominio del hombre sobre la mujer; exalta cualidades masculinas, como la agresividad, la dependencia y la sumisión, por lo tanto, implica la subordinación de la mujer frente hombre, dedicándose al cuidado hogar y a la crianza de los hijos. Las transgresiones de estas normas generaban (y aún en algunos contextos) podían generar discriminación y violencia hacia las personas involucradas. Con la incorporación de la mujer al mercado laboral desde la segunda mitad del siglo XX, la progresiva aceptación del divorcio y de las familias monoparentales con mujeres como jefas de familia, se marcó un hito con la suavización de las normas de sumisión femenina a la autoridad del hombre. Hoy existe una creciente crítica y resistencia hacia la ideología machista, especialmente entre las mujeres, pero aún en la actualidad, persisten actitudes y formas sutiles o implícitas de machismo, presentes en ámbitos públicos y privados. Un concepto afín al de machismo, es el de sexismo, que se refiere a la actitud hacia mujer y en esta actitud se distinguen dos dimensiones: 1) la aceptación de la mujer desde los roles tradicionales de género o “sexismo benévolo” y 2) el rechazo de la mujer desde una imagen desvalorizada de lo femenino o “sexismo hostil” (Ballen, 2012; Villaseñor, 2003; García y Herrero, 2006; Castañeda, 2007; Cárdenas et al., 2010; citados por Morales y Ramos, 2016).
El narcisismo, como se dijo, es un factor de riesgo en la violencia doméstica, intrafamiliar, de pareja o de género. Las características desadaptativas del narcisismo (como la explotación y la falta de empatía), juegan un papel fundamental o prominente en la perpetración de dicha violencia. La mayor parte de la investigación ha asociado el narcisismo grandioso con la violencia de pareja por parte de los hombres. En una investigación de Valashkardi y sus colegas (cita por La Mente es Maravillosa, Sin fecha), encontraron que el narcisismo grandioso, predijo la perpetración de abuso emocional por parte de los hombres. A partir de ese estudio, se concluyó que los rasgos grandiosos del narcisismo pueden crear una norma aceptable, acerca de que los hombres son más explotadores.
Referencias:
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