Se entiende por mecanismos de defensa, como las reacciones inconscientes que manifestamos ante situaciones emocionalmente difíciles de aceptar o se pueden definir como las estrategias psicológicas inconscientes que aparecen ante diferentes situaciones que nos desbordan emocionalmente o que consideramos peligrosas (por ejemplo, cuando sentimos que perdemos nuestra identidad o nuestro sistema de creencias puede verse dañado, cuando nos adaptamos a una nueva realidad y este cambio supone un gran esfuerzo psicológico, etc.). El objetivo de los mecanismos de defensa es el de mantener el equilibrio psicológico y evitar el sufrimiento o malestar que supone enfrentar la realidad, es decir, su función es la de protegernos del sufrimiento evitando las emociones dolorosas. El primero en hacer referencia a estos mecanismos, fue el psicoanalista Sigmund Freud, aunque otros modelos psicológicos también hablan sobre estos.

Los mecanismos de defensa se usan entonces para no tener que enfrentar emociones negativas en toda su intensidad. La persona los utiliza, cuando considera una determinada situación muy desagradable o amenazante y puede tener un efecto destructivo para la salud mental de la persona.

Aunque los mecanismos de defensa nos evitan el sufrimiento, lo cierto es que no es bueno no ser conscientes de las emociones, pensamientos o conductas que se generan a partir de dichas situaciones, ya que se evita el resolver los conflictos que a raíz de ese desconocimiento se generan y que tienen una gran repercusión negativa en nuestra vida personal, social, familiar, laboral, etc.

Los mecanismos de defensa están determinados por la forma en que el “yo” o “ego” (consciencia de la propia identidad), está organizado: cuando está bien organizado, la persona tiende a tener reacciones más conscientes y racionales. Sin embargo, las diversas situaciones vividas pueden desencadenar sentimientos inconscientes, provocando reacciones menos racionales u objetivas y activando los mecanismos de defensa para proteger al sujeto de sentimientos de ansiedad, miedo, culpa, entre otros.

Todos los mecanismos de defensa implican esfuerzo y energía por parte de la persona y pueden ser satisfactorios o no a la hora de disminuir el malestar psicológico, lo que permite dividirlos en dos grupos:

  • Mecanismos de defensa exitosos: son los que logran disminuir la ansiedad ante algo que la persona considera peligroso.
  • Mecanismos de defensa ineficaces: son aquellos que no logran disminuir la ansiedad y terminan siendo un ciclo de repeticiones.

También se pueden clasificar como primarios o secundarios, en función del momento de su aparición en el desarrollo del ser humano.

  • Mecanismos de defensa primarios: son aquellos que pertenecen a los primeros años de la vida. Cuanto más primarios, más tienden a negar la realidad. En esta categoría están: negación, escisión, disociación, idealización y desvalorización, control omnipotente, retraimiento y proyección, introyección e identificación proyectiva.
  • Mecanismos de defensa secundarios: son aquellos que pertenecen a etapas más tardías del desarrollo. Cuanto más secundario sea, más suele preservar el criterio de realidad. En esta categoría están: represión, regresión, aislamiento, intelectualización, racionalización, compartimentalización, anulación, volver contra sí mismo, desplazamiento, formación reactiva, inversión, actuación, sexualización y sublimación.

Estos mecanismos serán descritos más adelante.

Son una parte íntegra del funcionamiento psíquico de todo individuo y sólo se les considera patológicos, cuando se abusa de ellos o cuando son demasiado rígidos.

Existen al menos 15 tipos de mecanismos de defensa y cada uno tiene una forma específica de funcionamiento. Los mecanismos son:

Negación:

Es el más usado y se da en situaciones en las que cuesta aceptar un hecho o noticia. Se basa en el negar el dolor, otros sentimientos o emociones, conductas, pensamientos, hechos o situaciones. A pesar de todas las evidencias, negamos la realidad. Consiste en enfrentarse a los conflictos, negando su relevancia o incluso su existencia, de tal manera que se evitan o rechazan aspectos de la realidad considerados desagradables. La principal razón por la que surge esta estrategia, es la dificultad para integrar el elemento que causa malestar. La negación puede ser transitoria o puede ser crónica y permanente.

Tenemos la tendencia a negar lo que nos resulta desagradable, mientras que nos inclinamos a lo agradable. Por ejemplo, para deleitarse fumando cigarrillos sin angustia, los fumadores niegan los riesgos que ello implica para su salud, al menos por un momento.

En muchas ocasiones, la negación se utiliza para mentir y encubrir intenciones que realmente son opuestas a lo que se dice (por ejemplo: “no me preocupa que los clientes se vayan con la competencia”, “no me interesa lo que la gente piense de mí”, son afirmaciones que intentan ocultar las emociones desagradables que sienten aquellos que lo dicen o piensan, tras una máscara de indiferencia).

Una de las situaciones más significativas para definir y ejemplificar este concepto, es la negación que suele presentarse durante el duelo, tras la pérdida de un ser querido, donde se pasan por una serie de fases, entre las que se encuentra en primer lugar la negación. El impacto emocional por el acontecimiento, provoca incredulidad o la no asimilación de lo que ha pasado, evitando aceptar la realidad y bloqueando de manera consciente el dolor asociado. Existen muchos otros ejemplos de negación (no aceptar una infidelidad, negar los problemas de pareja, negar un problema emocional, negar una adicción, etc.).

Represión:

Es un mecanismo de defensa que tiene la función de impedir la expresión (o el rechazo) de un comportamiento, emoción, pensamiento, recuerdo o deseo, que se considera inaceptable por la sociedad o por el individuo, por lo que no se hace consciente y permanece latente (o dormido), de manera inconsciente. Es el pilar de la teoría psicoanalítica, así como también es el pilar del inconsciente. Para Freud, lo “reprimido se somatiza”.

La represión también actúa para que la persona olvide experiencias traumáticas y es el proceso que consiste en llevar de la consciencia al inconsciente, como se dijo, todo pensamiento, emoción, recuerdo, imagen mental, impulso, evento, por ser  considerado inaceptable, vergonzoso, doloroso, etc., provocando su olvidarlo en consciencia. Este tipo de recuerdos pueden ser recuperados con terapia psicológica, con hipnosis o con la vivencia de ciertos estímulos que desencadenan una reacción en la persona (por ejemplo en los casos de estrés postraumático).

Un ejemplo de esto, es haber sido víctima de abuso sexual en la niñez, pero en la adultez no recordarlo, pero algunos estímulos relacionados con el episodio de abuso como un objeto conocido, un olor, un sonido o algo así, sin razón, genere ansiedad o pánico en presencia de éste sin ser consciente del por qué genera esa reacción.

Proyección:

Es el mecanismo de defensa que consiste en atribuir a otra persona, lo que le pasa a uno mismo o atribuirle pensamientos, emociones o conductas que realmente son de uno. Es una forma de funcionamiento que se observa en personas que atribuyen a otros lo que le está ocurriendo a sí mismo, normalmente de forma inconsciente. La proyección no permite hacer contacto consigo mismo ni con los demás. Muchas personas que utilizan la proyección, consideran que todas las demás personas tienen defectos, menos ellas. En las personalidades de tipo paranoide, se encuentra mucho este tipo de mecanismo de defensa.

Es uno de los mecanismos de defensa más utilizados en contra de las amenazas externas, culpando de la responsabilidad de nuestros propios defectos, rasgos, sentimientos, pensamientos y conductas a otras personas o al ambiente, porque resulta inaceptables para sí mismo. La proyección puede funcionar como resistencia a enfrentarse al contacto con la propia identidad, atribuyendo así a los otros, las emociones que nosotros mismos sentimos.

La proyección provoca que expulsemos de nosotros las vivencias, pensamientos, conductas, emociones o rasgos de la personalidad que deseamos desalojar de nosotros mismos, por el hecho de ser inaceptables, todo lo que es doloroso y poco gratificante, es considerado como algo ajeno al yo, mientras que todo lo es relativamente gratificante, es aceptado por el yo (como algo perteneciente a él).

Como ejemplos de este mecanismo está la persona que roba y cree que los demás le robarán (por eso está el dicho de que “el ladrón juzga por su condición”) o cuando se piensa en ser infiel y tener miedo de que la pareja lo sea, caso que explica los celos proyectivos (la persona que cela por proyección, es porque quiere ser infiel o de hecho, lo está siendo). Otro ejemplo es regañar a los hijos por comportamientos que uno mismo como padre hace. Existen muchos otros ejemplos, estos sólo son algunos.

Identificación

Es el mecanismo de defensa psicológico en el que se asimila un aspecto, un atributo, ideas, actitudes, virtudes o incluso la imagen de otra persona que se tiene idealizada y se transforma total o parcialmente sobre el modelo de ésta, es decir, la persona termina identificándose con otra, en un intento por parecerse a ella. Esto quiere decir que se asimila una o varias características de los demás, que se convierten en modelos para el individuo. Es el mecanismo base en la construcción de la personalidad humana. El objetivo de esta identificación, es la de compensar las propias carencias.

Un ejemplo de este mecanismo es cuando los niños asimilan las características de los padres para luego diferenciarse.

Introyección:

Es el proceso por medio del cual, lo que está fuera se malinterpreta como procedente de algo interno. En sus formas más benignas, es la base de toda identificación con figuras importantes en la vida del individuo. En sus formas más problemáticas, puede resultar en la identificación con el agresor, mecanismo por el que la persona intentará sobrellevar su dolor, siendo como su agresor.

Desplazamiento

Es un mecanismo de defensa en el que la persona redirige una emoción negativa de su fuente original, hacia un receptor menos amenazante. Al expulsar de la conciencia el factor estresante original, se logra reducir la ansiedad, pero a largo plazo el afrontamiento no es adaptativo porque la fuente del conflicto queda latente (dormido) y no se resuelve.

Se recurre al desplazamiento cuando creemos que reaccionar ante la fuente original de nuestra frustración, malestar, ira, odio o cualquier sentimiento negativo, se considera o podría ser considerado inaceptable o peligroso. En cambio, se busca a una persona, actividad o situación que resulte menos amenazante y que pueda servir de válvula de escape más segura para esas emociones negativas. Si consideramos que una reacción es inapropiada en cierta situación, se puede reprimir esos sentimientos, pero estos no desaparecerán, sino que se liberarán eventualmente en una situación que se considere más propicia, donde sus consecuencias sean menores.

El desplazamiento tiene dos funciones: por un lado, permite canalizar las emociones e impulsos considerados inapropiados o dañinos, de una manera más segura y por el otro, mantiene fuera de nuestra consciencia el factor estresante, evitando tener que enfrentar la situación para la que no se cuenta con los recursos psicológicos adecuados.

El desplazamiento puede provocar una reacción en cadena.  La agresión desplazada,  puede convertirse en un ciclo, ya que no se soluciona la fuente del conflicto, deteriorando las relaciones con aquellos que terminan recibiendo esos sentimientos o emociones desplazadas. Cuando no se resuelve la fuente del conflicto, éste queda latente como ya se dijo, generando una gran tensión psicológica que terminará pasando factura de una u otra manera.

Los ejemplos más comunes de desplazamiento son los de desplazar la ira o la frustración hacia otras personas que no son quienes las han generado (como cuando se tiene un problema con el jefe pero por miedo a perder el trabajo no se puede expresar la ira hacia éste, pero al llegar a la casa, el más mínimo detalle por parte de la pareja o los hijos hará que la persona reaccione de manera exagerada, manifestando esa ira contenida hacia ellos). Otra forma de desplazar los sentimientos y emociones negativas se da, al recurrir al alcohol, a las drogas, al cigarrillo o a la comida como vía de escape para disminuir esa tensión psicológica.

Regresión 

Es un mecanismo de defensa que consiste en el retroceso del yo a un estadio anterior del desarrollo psíquico que se manifiesta en las formas de pensamiento, en las relaciones interpersonales y en la estructuración del comportamiento de cada persona. También se puede definir como el regreso a niveles más inmaduros de defensa o de funcionamiento. Con esto se consigue afrontar sucesos, pensamientos o impulsos que resultan inaceptables para el sujeto.

Implica el retorno a un funcionamiento o a un estado psíquico más obsoleto, a modalidades defensivas primitivas o al regreso a los primeros objetos relacionales, vivido como tranquilizador frente a la angustia creada por dificultades o conflictos actuales. La función de este mecanismo de defensa, es traer de vuelta a la persona a un momento en que la persona se sentía segura y cuidada. Con este mecanismo, la persona se siente más segura y siente que puede manejar mejor la situación.

Se produce ante las dificultades o ante una situación que consideramos mucho mayor a nuestras capacidades. El estrés y los traumas pueden inducir a la persona a poner en práctica los mecanismos típicos de la regresión para escapar de los problemas del presente.

La regresión está estrechamente relacionada con las etapas del desarrollo psicosexual de Freud (etapa oral, etapa anal, etapa fálica, etapa de latencia, etapa genital). Decía que nuestro desarrollo y comportamiento como adultos está determinado por estas etapas de desarrollo que se adoptaron durante el crecimiento.

Existen formas leves y moderadas de regresión. Entre las formas leves de regresión están el chupar el pulgar, masticar la tapa de un bolígrafo o dormir con un peluche. Entre las formas moderadas pueden estar el balancearse y llorar en posición fetal, mojar la cama o tener un estallido de ira. La mayoría de las personas no saben que están retrocediendo, mientras que la gente del exterior asume que su comportamiento es simplemente impropio e inmaduro.

La regresión leve puede formar parte de la vida cotidiana y ayuda a reducir los niveles de estrés. Sin embargo, su uso recurrente y prolongado puede acarrear problemas, ya que aleja a la persona de la verdadera realidad. Un ejemplo de esto, es cuando el niño vuelve a mojar la cama después de tener un hermano o de que sus padres se separen. En adultos, la regresión puede manifestarse en fumar sin parar, comer en exceso, como algunos ejemplos de la etapa oral. Todas las etapas tienen comportamientos de regresión.

Racionalización

Es el mecanismo de defensa en la que se pretende justificar situaciones o errores cometidos, generalmente propios, con razones o argumentos supuestamente lógicos, es decir, se intenta dar una “explicación lógica” a los sentimientos, pensamientos o conductas que de otro modo provocarían ansiedad, sentimientos de inferioridad o de culpa.

Por ejemplo, en el caso de una persona que siempre llega tarde y entrega los proyectos fuera de plazo, en lugar de responsabilizarse y asumir que no sabe organizar su tiempo y conectar con la emoción que eso pudiera despertarle, busca mil excusas que lo justifiquen (el tráfico, una llamada de ultimo momento, etc.).

Formación reactiva o compensación

Este mecanismo funciona de manera inconsciente, reprimiendo una conducta, actitud, emoción, pensamiento o deseo que se reprueba de manera consciente (por nosotros mismos o por la sociedad) y termina adoptándose la opuesta.

Por ejemplo, una persona que siente impulsos sexuales que considera inaceptables, adopta una conducta puritana, manteniéndolos de esta forma, alejados de su consciencia y de esta manera, protegiéndose de éste/a. Otro ejemplo es la homofobia, en la que en ciertos casos, la persona con este tipo de comportamiento o actitudes, en su inconsciente tiene deseos o siente atracción por personas su mismo sexo pero de manera consciente, expresa lo contrario.

Aislamiento

Es el mecanismo que consiste en aislar un pensamiento, recuerdo o comportamiento, eliminando las conexiones con otros pensamientos y llegando a una ruptura con la existencia del individuo, de manera la experiencia vivida se vea despojada de su afecto o de sus asociaciones, a nivel intelectual o a nivel exterior. También existe el aislamiento afectivo, como el afrontamiento que realiza una persona ante conflictos emocionales y amenazas  internas o externas, separando las ideas de los sentimientos asociados, es decir, se hace una separación general de lo afectivo con cognoscitivo.

Este mecanismo de defensa genera una disociación, donde la persona  evita “sentir”, pues le ocasiona conflicto o le recuerda una experiencia dolorosa que también le produce emociones desagradables o displacer. En resumen, la persona aparta el componente afectivo asociado a una idea determinada. Es una defensa muy común en casos de neurosis obsesiva.

Un ejemplo de este mecanismo es cuando una persona fue víctima de un ataque, lo relata como si no tuviese ninguna importancia, tratándolo de describirlo manteniéndose apegada a los elementos cognoscitivos (se vivió un evento traumático pero lo relata como si fuera algo de la cotidianidad, como si estuviese hablando por ejemplo, del clima, mostrándose indiferente y sin aparente emoción alguna, separando el intelecto del afecto, para proteger al yo de emociones reales dolorosas. Aunque el recuerdo del evento se mantiene en la consciencia, se encuentra atenuado y permanece tolerable para el sujeto.

Retraimiento

Se presenta cuando el individuo se encierra en sí mismo, alejándose de la realidad, mediante el uso de fantasías y sueños. Esto le permite escapar de una realidad dolorosa, pero sin distorsionarla. En casos severos de retraimiento, se puede entrar en un estado de letargo, apatía, depresión y falta de comunicación, encerrándose en sí misma y en los casos aún más graves, se puede desembocar en estados de estupor (estado de inconsciencia parcial que se caracteriza por la disminución de la actividad de las funciones mentales y físicas, así como de la capacidad de respuesta a los estímulos) y estados de catatonía (síndrome psicomotor asociado a una variedad de enfermedades medicas, caracterizado por ausencia de actividad, posturas pasivas, oposición o ausencia de respuesta ante estímulos externos). Si la persona utiliza este mecanismo constantemente, esto limitará la posibilidad de hacerse cargo de la realidad.

Un ejemplo de este mecanismo es dormir para evitar la realidad. Otro ejemplo es aislarse usando música.

Idealización y desvalorización

Son dos caras de una misma moneda, es decir, son un único mecanismo.

La idealización es la necesidad de darle un valor o poder especial a una persona de la que se depende emocionalmente. Se considera que esa persona es omnisciente y omnipotente, por lo que resolverá las dificultades de manera definitiva. Cuando se está enamorado, se suele idealizar a la pareja y no se es consciente de sus defectos.

La desvalorización es lo contrario, que expresa la frustración sentida cuando la realidad desmiente la idealización, es decir, se presenta cuando se deja de idealizar al otro al enfrentarse con la realidad.

Control omnipotente

Tiene el objetivo de crear una fantasía de que se controla el medio que le rodea. No se considera que los demás también pueden influir en el entorno y en nuestra vida. Usar este mecanismo con frecuencia, impide que el individuo pueda establecer relaciones de causalidad realistas que le orientarían para alcanzar sus objetivos. Este mecanismo de defensa es muy usual en el trastorno de personalidad antisocial y en episodios de manía del trastorno bipolar, donde la persona cree que todo lo puede. En la dosis correcta, es un buen mecanismo para pensar en que se puede alcanzar los objetivos.

Escisión

Es la tendencia a separar mentalmente a los objetos, al mundo o a las personas en  buenos y malos. La persona hace esto porque no está mentalmente preparada para pensar en la misma persona como buena y mala al mismo tiempo y en este caso, se encuentra ante un dilema que resuelve, asumiendo que solo tiene elementos buenos o malos pero no ambos al mismo tiempo. Es una forma eficaz de resolver la complejidad de situaciones confusas y amenazantes, pero siempre implica una distorsión de la realidad. Una persona que usa este mecanismo, un día considera a otra como buenísima y al siguiente puede considerarla mala, por lo que tendrá dificultades por tener sentimientos ambivalente hacia la misma persona.

Disociación

Es una manera de desconectarse de la experiencia actual, a veces creando otra representación de uno mismo para poder continuar existiendo en un momento excesivamente doloroso. El uso frecuente de este mecanismo puede resultar en una visión discontinua de uno mismo, del tiempo y del mundo que estará llena de vacíos llamativos.

Los síntomas disociativos graves se clasifican en cinco grupos: amnesia, despersonalización, desrealización, confusión de la identidad y alteración de la identidad.

Hay diferentes niveles de disociación, escribiendo desde un leve distanciamiento del ambiente circundante, hasta distanciamientos graves de la experiencia física y emocional. En los casos leves, la disociación puede ser considerada como un mecanismo de adaptación o de defensa en el que se intenta dominar, minimizar o tolerar el estrés, el dolor, la ansiedad, el conflicto o incluso el aburrimiento. En el extremo no patológico del continuo, la disociación describe hechos comunes como soñar despiertos mientras se conduce un vehículo. Avanzando a lo largo del continuo, se encuentran estados alterados de la consciencia no patológicos. En los casos más severos o patológicos, hablamos de trastornos disociativos en los que se incluye la fuga disociativa, la despersonalización con o sin alteración de la identidad o la autoconsciencia o un trastorno de identidad disociativo.

La principal característica de todos los fenómenos disociativos consiste en el distanciamiento de la realidad, en contraste con la pérdida de la realidad como pasa en la psicosis. Las experiencia disociativas se caracterizan además por la presencia de una variedad de construcciones mentales maladaptativas en la capacidad imaginativa natural de la persona.

la principal característica de los trastornos disociativos, consiste en una alteración de las funciones integradoras de la conciencia, la identidad, la memoria y la percepción del entorno. Esta alteración puede ser repentina o gradual, transitoria o crónica.

La vuelta hacia sí mismo

Implica redirigir hacia uno mismo, aquellas emociones que estaban dirigidas hacia otra persona. Sucede cuando el sistema psíquico no permite la existente y la expresión de sentimientos hostiles hacia los demás, entonces los impulsos inaceptables, se dirigen hacia uno mismo. Esta agresividad hacia nosotros mismos, produce sentimientos de culpa o sabotajes inconscientes como cometer errores, autolesiones, etc.

Sexualización

Es una manera de transformar una experiencia de terror o dolor, en experiencias de excitación placenteras. El miedo al abandono o el abuso, por ejemplo, pueden ser sexualizados para que sean sentidos como experiencias gratificantes. No es inusual que los individuos relativamente sanos, sexualicen ciertas áreas complejas de la vida, para que sean más llevaderos.

Este mecanismo se suele observar en personas, víctimas de agresiones, las cuales, para que sus situaciones sean más llevaderas, convierten los malos momentos en situaciones agradables y gratificantes.

Sublimación

Consiste en encontrar una satisfacción derivada y adaptativa, de aquellos impulsos que no pueden ser expresados directamente por las prohibiciones sociales. Permite canalizar todas aquellas pulsiones (impulsos y deseos, por ejemplo de tipo sexual o agresivo) y orientarlas hacia conductas consideradas aceptables en la sociedad.

Ejemplos de sublimación se dan cuando por ejemplo un cirujano podría estar sublimando (canalizando) en la cirugía, su agresividad o cuando un artista sublima su exhibicionismo en su arte. La ventaja de la sublimación es que permite la descarga (desplazada y transformada) del impulso, en lugar de luchar contra él.

 

Existen algunos mecanismos de defensa pero no son tan frecuentes o tan relevantes para tener en cuenta.

 

 


Ana Ospina

Psicologa clínica y forense

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