Los celos se pueden definir como un estado subjetivo caracterizado por una sensación de frustración, donde se tienen sentimientos y pensamientos relacionados con la pérdida del amor, atención o cariño de una persona importante para nosotros, donde interviene una tercera persona. Surgen al creer que ya no somos correspondidos emocionalmente por las personas queridas (padres, parejas…) o, al menos, con la intensidad y frecuencia que deseamos o necesitamos.

 

Muchas son las causas que pueden disparar los celos: en la infancia es habitual la aparición de celos, tras el nacimiento de un hermanito. De cierto modo, el niño se protege y reclama seguir teniendo la misma atención que se le daba antes y que ahora tiene que ser compartida, por tanto, puede tener un cierto valor adaptativo. No obstante, en muchas ocasiones, la respuesta de celos es exagerada, prolongada en el tiempo y cursa con gran malestar y deterioro en las relaciones familiares. En estos casos, es cuando la ayuda profesional es imprescindible.

 

En todos los episodios de celos, hay una experiencia subjetiva de malestar emocional y frustración, independientemente de los hechos que la provoquen y perpetúen. Estas causas pueden ser reales y obedecer a hechos objetivos o irreales (imaginadas o inventadas), en cuyo caso podríamos estar ante un trastorno clínico.

 

Normalmente, la respuesta del niño o persona que padece los celos, cursa con envidia y resentimiento hacia la persona intrusa que se percibe como un rival para compartir el mismo espacio afectivo.

 

Los celos llevan implícitos un proceso de distorsión cognitiva acerca de los hechos objetivos, los sentimientos de los otros, las consecuencias futuras y, en definitiva, de la percepción de la realidad. Esto añade más carga negativa pudiendo incrementar en el niño una baja autoestima, cuadros de ansiedad o miedos pero también conductas desadaptadas como más adelante se expone.

 

La duración de la situación de celos que vive un niño en la familia, depende mucho de la actuación de los padres. Sus consecuencias sobre el hijo mayor o los hijos mayores pueden quedarse en una crisis temporal, que se padezca dentro de unos límites razonables o enquistarse durante toda la infancia. La intervención de los padres es esencial para que los celos no representen un sufrimiento para el niño mayor, evitando que la rivalidad entre los hijos sea duradera.

 

Los efectos de unos celos mal resueltos, pueden cambiar el carácter del niño o aumentar algunos defectos de su temperamento como el egoísmo, la envidia o la codicia.

 

Ningún niño está preparado para recibir otro hermano y la recepción de la noticia, depende únicamente de sus padres. Por este motivo, se recomienda que sean los padres los primeros en dar la noticia a su hijo de la llegada del nuevo hermano, antes de que alguien se adelante.

 

Conviene hablarle con mucho cariño y tacto para que el niño sepa claramente qué va a ocurrir. Si te preocupa que se pueda sentir desplazado, puedes pedirle opinión sobre la decoración de la habitación del hermanito, sobre su ropa o los juguetes que puede dejarle, ahora que él ya es mayor.

 

Explícale que su hermano va a quererle mucho y que él podrá cuidarle y protegerle. Además, podrá enseñarle muchísimas cosas. Es recomendable que, a partir del segundo trimestre de embarazo, tu hijo empiece a comunicarse con su hermano a través del ombligo de su mamá para establecer un primer vínculo de comunicación entre ambos.

 

Para manejar los celos de los hijos durante el parto, la madre debe despedirse de su hijo antes de acudir a la maternidad, siempre que sea posible. Conviene que la persona que vaya a cuidarle, lo haga en la casa del niño (para que el niño se sienta más seguro). Recuerda al niño cuáles son los motivos de algunas ausencias y comparte con él todo lo que está pasando. Aunque estés en el hospital, llámale por teléfono para preguntarle sobre sus actividades.

 

El papel del padre, en estos momentos, debe ser aún más visible y cuando sea posible, acompaña al niño al hospital para que vaya a visitar a su madre y a conocer a su hermanito. Un detalle importante puede ser recibirle en el hospital con un regalo, que le traído su nuevo hermanito.

 

El momento de la vuelta a casa es el que exige más tacto. Es recomendable que demuestres a tu hijo la alegría que sientes al volver y ver que estáis todos juntos otra vez.

 

Si es posible, demuestra interés por escuchar todo lo que el mayor te cuente sobre los días que estuvo sin su mamá en casa. El niño necesita ahora más que nunca la seguridad y la confianza de sus padres. Así que no te sientas culpable, si tu hijo empieza a sufrir con los celos. Lo único que puedes hacer es darle cariño y avisar a las visitas para que le presten atención a él también y no sólo al recién nacido.

Es importante no variar la rutina del niño tras el nacimiento de su hermano, evitando no alterar las costumbres que teníais antes de nacer el nuevo bebé. Procura participar en sus juegos, estar en la mesa a la hora de comer o cenar, prepararle su merienda preferida y permitirle que se acurruque en tus brazos.

Procura que el momento que tenías reservado para él no se altere y hazle partícipe de los cuidados de su nuevo hermano. Así, para él también, la familia será un trabajo de equipo.

 

Causas de los celos infantiles

 

a) Características de los niños

 

Normalmente, se atribuyen las causas de los celos infantiles (en especial en aquellos que se dan entre hermanos), a factores ambientales y evolutivos. Sin embargo, hoy sabemos, de la existencia de ciertas características del temperamento en niños que van ser muy relevantes en la posible aparición de la conducta celosa. Estos factores, que podrían ser de tipo genético, predispondrían a desarrollar este tipo de conductas con mayor probabilidad e intensidad, configurando en el tiempo una personalidad celotípica que se seguiría manifestando en la vida adulta con parejas sentimentales o compañeros de trabajo, entre otros.

 

Los niños con temperamento sensible, detallista, metódico, con esquemas bastante rígidos y poca tolerancia a los cambios (de casa, de escuela, de educadores, etc.), a veces con poca capacidad para expresar con palabras sus sentimientos (en el caso de los niños mayores de 4 años), tendrían mayores posibilidades de desarrollar un trastorno de celos ante la llegada de un hermano.

 

Por otra parte, sabemos que cada niño es diferente y también lo es su percepción acerca de la distribución de atención y privilegios entre los hermanos por parte de los padres. Independientemente de la situación objetiva que se produce en las relaciones padres-hijos, cada niño construye su propia realidad con base en su carácter e historia previa. De esta forma, podemos creer que somos muy ecuánimes en el trato con nuestros hijos, pero alguno de ellos puede interpretar lo contrario.

 

Frecuentemente se proporciona mayor atención al hijo celoso, pero eso no sirve para hacerle cambiar en sus percepciones y sentimientos. También puede ocurrir que las conductas celosas se perpetúen como forma de obtener ciertos privilegios o mantener una posición de aparente “fragilidad” para utilizarlo a su favor.

 

b) El momento evolutivo

 

Los celos son normales dentro del curso evolutivo del niño y a edades tempranas tras el nacimiento de un hermanito (a partir de 2 años hasta los 4 o 5 aproximadamente). La etapa más sensible es cuando la llegada del hermano se produce durante la fase de apego.

 

Se considera que los celos tienen un valor adaptativo en cuanto a que es un sistema de regulación del niño para afrontar una nueva situación. Lo habitual es que vayan desapareciendo o reduciéndose a medida que el niño se hace mayor.

 

En algunas ocasiones, cuando estos celos son persistentes en el tiempo, frecuentes, de cierta intensidad y cursan con malestar significativo en la relación familiar, es cuando podemos encontrarnos con los celos patológicos que sí pueden asociarse a ciertos factores internos del propio niño, entre otras causas.

 

Los celos entre hermanos pueden darse en los dos sentidos, es decir, del hermano mayor hacia el menor y viceversa. En el primer caso suelen aparecer conductas regresivas (conductas infantiles de imitación del hermano pequeño, enuresis secundaria, etc.) y en el segundo, los celos se dan en el sentido de identificarse con el hermano mayor, que le sirve de modelo, al tiempo que reivindica los derechos y privilegios que se le otorgan por su edad más avanzada.

 

c) Características de los padres

 

Los estilos educativos de los padres, así como el clima familiar son también factores importantes a tener en cuenta. En aquellos hogares donde los padres adoptan un estilo abierto, comunicativo, de igualdad de trato (dentro de cada edad), de afecto compartido, sin establecer comparaciones entre hermanos y sabiendo destacar lo mejor de cada uno, es donde se pueden minimizar los riesgos de celos.

 

Cuando la atención hacia los hijos es asimétrica puede potenciarse la aparición de los celos. Sucede que hay niños más extrovertidos, alegres o con mejores recursos sociales que suelen acaparar la atención con mayor facilidad que alguno de sus hermanos. Es normal que estos niños reciban de forma natural, mayor atención de las otras personas.

 

Cuando existe una buena relación afectiva padre-hijo antes del nacimiento del hermano, se minimiza el riesgo de conflicto posterior por motivos de los celos.

 

Puede ser un factor de riesgo desencadenante, el estado anímico y emocional de la madre tras el parto. Si se dan cambios importantes en su comportamiento o hábitos (cansancio, estrés post-parto, depresión, etc.), pueden afectar al niño que relaciona los cambios negativos con la llegada del hermano.

 

d) Factores ambientales

 

Cada niño constituye un individuo con características únicas y éstas se van conformando a lo largo del ciclo evolutivo, con base a la interacción de su genética con las experiencias vividas y la educación recibida.

 

Los niños que en su primera infancia han sufrido de carencias afectivas (malos tratos, agresiones, abandono, etc.), pueden desarrollar posteriormente una sensibilidad especial hacia la necesidad continua de atención (aunque el ambiente se haya “normalizado”) y tendrán poca tolerancia a compartir su espacio con otros, por lo tanto, tienden a desarrollar conductas celosas de diferente índole.

 

En general, un ambiente afectivo excesivo o mal entendido (tolerarle todo, ceder a sus demandas, hacerle creer que es el centro del universo, etc.) como lo opuesto (escasa afectividad, mal trato, poca interacción, abandono, etc.), pueden provocar desajustes que cursen con episodios de celos entre otras manifestaciones conductuales.

 

Síntomas y manifestaciones de celos en los niños

 

Los indicadores de la presencia de celos en niños pueden ser muy variados y van desde la aparición de conductas de aislamiento, infelicidad y frustración (conductas internalizantes o dirigidas hacia uno mismo) ,a conductas disruptivas y agresivas, dirigidas tanto a las personas objeto de envidia, como hacia las figuras de apego (conductas externalizantes dirigidas hacia otros).

 

Dependiendo del temperamento del niño, su edad y circunstancias ambientales las manifestaciones celotípicas variarán entre los dos extremos propuestos pudiendo ser simultaneas con una combinación de ambas.

 

Los niños celosos pueden manifestar algunas de las siguientes conductas:

  • Cambios de humor no justificados.
  • Signos de infelicidad.
  • Lloro frecuente sin motivo.
  • Tristeza acompañada de manifestaciones verbales de no sentirse suficientemente querido.
  • Aparición de nuevas conductas (no presentes hasta la llegada de un hermano o ya superadas) normalmente desadaptadas con el simple motivo de llamar la atención de los padres (pipi en la cama, negarse a comer, agresividad injustificada hacia objetos o animales, comportamiento social anómalo, etc.).
  • Cambios en la expresión verbal y gestual. Vuelta a un lenguaje más infantil con presencia de gestos inmaduros como chuparse el dedo.
  • Alteraciones en los patrones de comida (menos apetito o más selectivo con los alimentos, rechazando platos antes preferidos o se le tiene que dar la comida) y sueño (insomnio, despertar nocturno, solicitar dormir con los padres, etc.)
  • Negativismo, terquedad, dificultad para obedecer. En los casos más extremos: oposicionismo, agresividad manifiesta y actitud desafiante hacia padres y compañeros.
  • Negar sistemáticamente los errores propios y culpabilizar a los otros de sus problemas o actitudes (en especial al hermano objeto de celos).

 

Intervención para los celos infantiles

 

La mejor forma de regular los celos es intentando conocer cual es el origen de los mismos. Deberemos tener en cuenta la historia previa del niño, su edad, circunstancias, etc.

 

También es importante diferenciar entre la aparición repentina de los celos o un temperamento o personalidad celosa. En el primer caso, podemos sospechar la irrupción de algún elemento novedoso como puede ser el nacimiento de un hermano. En el segundo caso se trata de niños con cierta predisposición a padecerlos y su tratamiento será más complejo.

 

En el caso de que los episodios se mantengan en el tiempo, su magnitud será desproporcionada respecto a lo esperado por su edad y educación recibida, produciéndose un deterioro en las relaciones familiares (es cuando se aconseja la visita a un profesional).

 

Una vez identificados los celos, los padres y demás familiares relevantes deberán consensuar una estrategia común para ayudar al niño.

 

Orientaciones para minimizar las conductas celosas entre hermanos:

  • Es fundamental establecer un equilibrio en el trato a los diferentes hermanos de forma que no haya un trato de preferencia hacia ninguno de ellos, ni se establezcan comparaciones.
  • Siempre es más eficaz alabar los aspectos positivos que recriminarle los negativos.
  • Delante de conductas celosas (rabietas, desobediencia, negativismo, etc…), puede aplicarse la retirada de atención o alguna de las técnicas conductuales que se utilizan en la modificación de conducta.
  • Si los celos suponen un reclamo de atención emocional, debemos ser capaces de dársela contingentemente (a las conductas deseadas o positivas, nunca tras los episodios de celos.
  • Aumentar el tiempo en actividades y juegos de toda la familia es buen método para mejorar la comunicación y estrechar lazos.
  • Responder con tranquilidad a los episodios celosos, sin estridencias ni recriminaciones, comunicarle al niño nuestra decepción por su comportamiento y dejar de prestarle atención. Posteriormente cuando se tranquilice y, según la edad, podemos intentar razonar lo ocurrido y darle la atención emocional.
  • “Razonar” con el niño celoso (aunque tenga edad suficiente para comprender nuestros argumentos) no funcionará siempre. Debemos entender sus conductas como síntoma de un malestar y no desde la perspectiva adulta.
  • Cuando los celos son del hermano mayor hacia otro de edad inferior puede resultar útil irle recordando de forma sutil, las ventajas y “privilegios” que tiene al ser mayor (por ejemplo: acostarse más tarde o poder realizar ciertas actividades).
  • Para los niños a partir de los 3-4 años aproximadamente, puede ser útil darles cierto protagonismo respecto a los cuidados hacia el hermano pequeño y la importancia de su ayuda para la familia. A estas edades puede ser insoportable perder todo el protagonismo debido al recién llegado. Es frecuente que las diferentes personas y familiares que visitan al bebé le dediquen una atención casi exclusiva quedando en segundo término el hermano y acrecentando sus celos.
  • La relación entre hermanos tiene su propio ciclo de desarrollo. Si el clima familiar es emocionalmente estable y equilibrado, los celos puntuales, normalmente son superados y no presentan mayores problemas.

 

Consejos para ayudar al niño a superar los celos

 

1. Prepárale durante el embarazo de su hermano: a partir del cuarto mes de gestación estaría bien que le explicaras a tu hijo que llevas a su hermanito en el vientre y que él o ella será no solo su hermano (a), sino también su amigo (a) para toda la vida, que compartirán juegos, juguetes, momentos divertidos y todo lo demás. Que la familia será más grande y más feliz. Contesta a todas las preguntas que él o ella te haga, con cariño. Todos los días, debes recordar eso a tu hijo y hacerle partícipe de lo que está cambiando en tu cuerpo, cómo la barriga crece, etc.

 

2. Evita cambiar rutinas y hábitos con tu hijo: muchas veces, el cansancio de la embarazada hace con que deje de hacer actividades rutinarias con el hijo. En la medida de lo posible, evita que eso ocurra. Si no puedes estar con tu hijo pide al padre que esté por ti. Debéis mantener toda la rutina de juego, de cuidado, de salidas, con el niño o niña, antes y tras el parto. Los momentos con el hermano mayor deben ser mantenidos siempre.

 

3. Hazle responsable por su hermanito y valora su ayuda: cuando nazca el bebé, haz que  te ayude a bañar a su hermano/a, a limpiarlo/a, a cantarle una canción o simplemente mirarlo/a mientras tengas que hacer algo en la cocina, por ejemplo. Evita las comparaciones y comentarios de que el bebé se comporta, se duerme o come mejor que su hermano mayor.

 

4. Se tolerante y paciente con los celos del hermano: los celos son muy normales para la evolución de los niños. Al superarlos, los niños madurarán. Hay casos en los que el hermano sufre una regresión o retroceso madurativo, es decir, vuelve a querer chupete, o mearse encima, o incluso a utilizar lenguaje de bebé. Ten paciencia, piensa que es una etapa necesaria y que juntos os vais a superarla.

 

5. Elogia sus logros y enseña la empatía al hermano: el hermano sigue creciendo, aprendiendo y logrando hacer cosas nuevas. El tiempo no ha parado para él. Así que reconoce sus logros como atar los zapatos solito, conseguir dar sus primeros pasos o conseguir escribir una letra del alfabeto, etc. Aprovecha para enseñarle a ponerse en el lugar de los demás para ayudarles a conseguir crecer como él.

 

Consejos para evitar los celos

 

Hablar de manera positiva sobre la llegada de un nuevo integrante a la familia es uno de los primeros pasos que recomiendan los psicólogos expertos en primera infancia, para preparar a un niño cuando dejará de ser el hijo único. Es importante que haya una correcta preparación con el hijo mayor,  pues no será sencilla la llegada de un nuevo miembro que acapare la atención de su núcleo familiar.

Con la llegada de un nuevo bebé, hay un desplazamiento involuntario del hijo mayor que requiere atención, cuidado y valoración. Siempre se generan situaciones conflictivas, más para el niño que para los adultos que están en el núcleo familiar.

La planificación con el pequeño es similar a la que hace la madre mes a mes. Durante el embarazo, el hijo mayor debe ser aproximado al rol que tendrá cuando su hermano/a nazca, porque generalmente el primer sentimiento que experimentará son los celos.

 

Lo primero que visibilizan es que alguien está creciendo en el cuerpo de la madre, un cuerpo que creen es de él/ella, porque algunos aún reciben seno. Ellos pueden sentir que les están quitando algo que es de su propiedad; únicamente de ellos; estos celos pueden aumentar cuando el bebé ya está presente, porque el cuidado de sus padres es más evidente y no tiene tanta atención como antes.

 

La llegada de un nuevo miembro a la familia, trae consigo muchas emociones en los niños y les provoca sentimientos que muchas veces no han sentido antes. Estos pueden ser miedo, tristeza, desengaño y celos. Cuando los padres estén seguros de que el embarazo está desarrollándose con tranquilidad y seguridad, deben compartir la noticia con el/la hijo/a, como un primer paso para empezar a prepararlo.

 

Importancia de la preparación

 

Es primordial que los padres trabajen con explicaciones adecuadas y accesibles para su hijo/a, de tal manera que tengan cuidado a la hora de construir la imagen de ese futuro/a hermanito/a y el espacio del niño en la familia.

 

En el entendimiento y la asimilación de esta nueva etapa el/la hijo/a mayor desarrolla sentimientos que necesitarán comprender; algunas expresiones son de ternura, cuando se acerca a la barriga de la mamá, y otras son agresivas y hostiles, pero se deben analizar y comprender con calma.

 

El momento más determinante es cuando el bebé ha nacido, pues el mayor puede sentir celos porque sus padres ya no le dedican todo el tiempo a él. Muchos experimentan un retroceso dentro de las conductas normales y procesos primarios básicos. Estos procesos primarios consisten en las rutinas de sueño, aseo y alimentación, es decir, si ya eran independientes en ir al baño, comienzan a mojar la cama otra vez. Algunos evitan comer sólidos y quieren regresar al seno.

Son muchas las formas en la que los niños intentan llamar la atención de los padres para hacer sentir que valen, entonces es importante que los padres entiendan que al niño hay que incluirlo.

 

Es esencial que los padres busquen espacios para que los niños expresen sus emociones, temores e incluso sus pensamientos hostiles y fantasías negativas. Deben conversar con el niño expresándole afecto, tratando de que diga lo que siente y buscando formas de manejarlo, de tal manera que no motiven respuestas de desaprobación y menos de castigo que puedan empeorar la situación o generar conflictos.

 

El sentimiento más inmediato a controlar es el recelo hacia los padres, el cual se ve claramente en la adolescencia temprana porque siente que le quitaron la atención y no lo quieren.

 

Los celos son una fricción muy malsana porque es donde aparecen los primeros conflictos entre los hermanos.. Esos conflictos pueden generar problemas en la comunicación y socialización en la edad adulta si no son resueltos de la manera adecuada.

 

Otro tema a tener en cuenta es que hace unos 20 años era ideal que los hermanos tuvieran de 4 a 5 años de diferencia, sin embargo, ahora se recomienda que esta diferencia sea lo menor posible por las dinámicas familiares que se viven.

 

Recomendaciones

 

Se aconseja que los padres sean promotores de la educación emocional saludable, es decir, una buena comunicación.

 

Que pierdan el miedo a dialogar con sus hijos y explicarles, en términos sencillos, todo el proceso. Se recomienda que no alejen a los niños de esta nueva etapa, que los incluyan dentro de las actividades con tareas mínimas como, por ejemplo, escoger la decoración del cuarto. Además , es bueno que no se desligue de la estimulación con la madre y acaricie la barriga y sienta las emociones del nuevo bebé.

 


Ana Ospina

Psicologa clínica y forense

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