Como seres humanos, es difícil enfrentarnos a una situación de incertidumbre. Todos en menor o mayor medida, tenemos la necesidad de saber que nuestra vida esta bajo control para sentirnos bien a nivel emocional y esta sensación favorece el sentimiento de seguridad. El problema radica cuando necesitamos el control a toda costa, en cualquier situación y de manera urgente. Esto puede llegar a causar malestar en nuestras relaciones personales, en la calidad de vida, en la familia, trabajo, etc. Es cuando el control se vuelve algo problemático y genera una sobrecarga en el día a día.
La necesidad de control se puede definir como la tendencia de algunas personas de tratar de controlar absolutamente TODO lo que les rodea, lo que implica tener el control tanto de personas, como de cosas y de acontecimientos. Es la urgencia desmedida de una persona por controlar todo a su alrededor, por ejercer un poder sobre todo lo que ocurre y actuar ante esas consecuencias. Suele estar acompañada de pensamientos y preocupaciones adelantadas a las cosas, antes de que pasen.
Se puede definir a una persona controladora, como aquella que necesita que la gente a su alrededor se comporte de una determinada manera (como quieren que se comporten los demás). Son personas que no respetan la individualidad y ni los limites de los demás, porque consideran que sólo existe una manera correcta de hacer las cosas: la suya.
Como hay aspectos del día a día que no se pueden controlar porque muchas cosas dependen de la interacción y comportamientos de otras personas o de circunstancias que se escapan de nuestro campo de acción, las personas con esta necesidad de control experimentan emociones negativas como frustración, estrés y ansiedad, que pueden llevares a actitudes poco funcionales a la hora de relacionarse.
Normalmente este tipo de personas están convencidas de tener que dictar la ley sobre todo, que lo que dicen y hacen debe prevalecer sobre los demás, insisten en que todo se haga siempre a su manera, incluso cuando se les demuestra que otros métodos son tan eficaces o incluso mejores que el de ellos.
Son personas que por lo general, recurren a diferentes formas de control en sus relaciones personales, entre las que se encuentran la coacción, imposición, manipulación, miedo, chantaje emocional, critica negativa constante, que son formas dañinas para los demás y para uno mismo. Algunas de estas formas de control son más sutiles que otras, lo que hace que resulte más difícil de ser detectado, pudiendo de esta manera terminar cayendo en relaciones posesivas, controladoras, tóxicas y abusivas. Se trata de personas a las que no les importa recurrir al control para lograr sus objetivos.
El control lleva a la dominación y con ello, pueden aparecer o darse situaciones de abuso, crítica o extorsión a otras personas, para no perder ese poder sobre las situaciones. Estas personas ponen por encima de sus relaciones personales, esa sensación de tranquilidad que les da el controlarlo todo, dejando de lado los intereses de los demás y sin considerar sus opiniones o formas de hacer las cosas. por lo tanto, el control es un arma de doble filo, en tanto que le arrebata el “oxigeno psicológico” a quien es controlado y se convierte en una obsesión insana para quien controla.
Además, esta necesidad de control puede llevar a situaciones donde no se respeta la intimidad y/o el espacio personal de los demás, por ejemplo en los casos en los que aparecen los celos, lo que puede hacer todavía más complicada la situación de gestionar las emociones, pudiendo favorecer incluso situaciones de abuso o maltrato, por lo que son personas que no se detienen ante ciertos reparos morales que deberían frenar su comportamiento controlador.
Las personas con necesidad de control, lejos de lo que aparentan (control y seguridad), experimentan grandes temores a los acontecimientos repentinos, a los imprevistos y a la incertidumbre, gestionando muy mal los cambios y desarrollando muy poco la capacidad de improvisar. En el momento en que pierden un poco el control, se ven desbordadas e incapacitadas.
Cuando aparece la necesidad de control en todo lo que se hace, lo que realmente hay es un grave problema de inseguridad, aunque no se quiera aceptarlo. Esa inseguridad surge de a impotencia por el hecho de haber vivido alguna experiencia negativa que nos ha hecho sentir de esa manera (por ejemplo una infidelidad, una enfermedad, un accidente, una mentira…).
Detrás de la sensación de fortaleza que existe en una persona que siempre tiene el control, hay una gran debilidad y vulnerabilidad ante el temor de dejar que la vida fluya con naturalidad. Cuando el ser humano pretende controlar lo incontrolable, cae víctima de un proceso que no es natural. Claramente, es importante controlar las cosas en la medida y en el equilibrio justo, como aprender a controlar las propias emociones y sentimientos.
El controlador teme que las cosas se le escapen de las manos y de su poder. Por eso, tiene poca capacidad de improvisación y de espontaneidad. La sensación de tenerlo todo controlado realmente aporta una falsa seguridad, porque la vida puede cambiar en un segundo.
A continuación, se hablarán de las características de las personas controladoras y con tendencias a la manipulación.
Características de las personas controladoras y manipuladoras
Entre las muchas características que pueden aparecer en una persona controladora están las siguientes:
- Necesidad de control: varios factores pueden provocar la urgente necesidad de control (la tendencia al control no es un rasgo innato, sino un estilo de adaptación).
- Ansiedad: detrás de la necesidad de control, en realidad lo que se oculta es una gran y profunda ansiedad. El niño que percibe que sus necesidades no están siendo satisfechas, puede llegar a desarrollar un estilo de adaptación obsesivo y ansioso por cada detalle. La personalidad controladora protege de la ansiedad, manteniéndose lo más lejos posible de ese niño perdido, inseguro y desconcertado que era. Para evitar que esa ansiedad se manifieste, intenta controlar su entorno (personas, cosas y acontecimientos). La ansiedad cuando aparece en nuestras vidas, nos convierte en personas temerosas, lo que hace que tengamos el sistema de alarma encendido de forma permanente (alterado) y hace que se perciba todo hostil y peligroso. Ese miedo es el que hace que queramos controlarlo todo y si se trata de una persona ansiedad, esa sensación de control le confiere paz y seguridad, aunque ésta sea ficticia y momentánea. Por lo tanto, existe una relación directa entre la ansiedad y la necesidad de control.
- Pensamiento dicotómico: es el tipo de pensamiento que caracteriza y prevalece en las personas controladoras, donde se piensa en términos extremos, sin puntos intermedios (es decir, en blanco o negro, bueno o malo, todo o nada) y aquellos que no piensan o no actúan como ellos, están equivocadas. Son personas que juzgan y critican duramente todo aquello que no corresponde con su punto de vista del mundo.
- Rigidez mental: debido al pensamiento dicotómico, la gente controladora no acepta que los demás tengan opiniones o puntos de vista y formas de hacer las cosas diferentes. Tienen una perspectiva muy limitada, profundamente egocéntrica y que les impide ver las situaciones desde otra perspectiva. Por esta rigidez mental y pensamiento dicotómico, son personas absolutamente tercas y obstinadas, que no aceptan que los demás puedan tener la razón. Es como si estas personas vivieran con anteojeras (como los caballos), con la vista fija en un punto, sin percatarse de la enorme variedad que existe en el mundo. Debido a esto, los controladores también tendrán grandes dificultades para negociar, por su falta de flexibilidad mental.
- Reglas inflexibles: las personas controladoras también basan su pensamiento en la distorsión cognitiva de reglas inflexibles o “los debería”, los cuales le confieren sentido y orden a su mundo, transmitiéndoles una sensación de seguridad. El problema es que esperan que los demás sigan esas reglas e insisten que sus normas sean acatadas por los otros, para que sus prioridades se conviertan en la de los demás.
- Adivinación del pensamiento: las personas controladoras y dominantes se caracterizan por otra distorsión cognitiva, la de la adivinación del pensamiento; consideran que pueden conocer la esencia del otro, mejor que la propia persona y que saben lo que es mejor para ellas. Piensan que pueden tomar las mejores decisiones por el otro, aunque son incapaces de ponerse en su lugar.
- Cumplimiento estricto de sus normas interiorizadas: aquellos con una personalidad dominante, tratan de manejar cada detalle de su existencia, lo que implica hacerlo con las personas de su alrededor. Estos sujetos, basan su autoestima en satisfacer las estrictas exigencias (y las exigencias de sus padres interiorizados), a expensas de quienes están a su alrededor.
- Escasa inteligencia emocional: las personas controladoras y posesivas no han desarrollado su inteligencia emocional. Como resultado, cuando alguien no hace las cosas a su manera, se molestan, enfadas y/o frustran. A menudo, expresan esas emociones sin tamices, recriminando y culpabilizando al otro.
- Escasa percepción del control que ejerce: normalmente no son conscientes de cuánto control ejercen sobre los demás. Como estas personas no conciben que las cosas se hagan de manera diferente y no considera que está controlando, sino tan solo guiando “por el buen camino”.
- Poca tolerancia al estrés: cuando este tipo de personas temen por no poder controlar los acontecimientos, experimentan mucho estrés y creen, de manera inconsciente, que sólo controlando cada aspecto de su vida y de su entorno, serán capaces de asegurar la satisfacción de sus necesidades.
- Agotamiento: la necesidad de mantener todo bajo control, hace que la persona se cargue continuamente de pesos, responsabilidades, tareas absurdas, que podrían ser hechas por otras personas y eso implica que el controlador se agote por tratar de mantener todo bajo su control.
- Problemas de autoestima: son personas que necesitan el “control”, porque sin él se sienten generalmente invadidas por el miedo de que las cosas terminen por superarlas, serán devaluadas o no reconocidas y su vida puede ser arruinada.
- Sentimientos de inferioridad: son personas que pueden manifestar un ego grandioso de manera consciente, pero en la realidad, se está compensando un sentimiento de inferioridad que solo puede ser manejada a través de la ilusión de poder controlar y prevalecer sobre todo.
- Vulnerabilidad: las personas con gran necesidad de control son a menudo vulnerables. Necesitan sentirse ellos mismos sus jefes y organizadores o se sienten muy incómodos. Tienen la firme convicción de que hacen ellos todo, pueden sentirse seguros, de lo contrario no.
- Creencias contradictorias: son personas con contradicciones o paradojas, a las que logran encontrar una aparente explicación lógica a comportamientos que para los demás representan una contradicción.
- Autoexigencia: quererlo controlar todo, hace que las personas se vuelvan autoexigentes. Querer estar en todo y hacerlo todo, se convierte en una necesidad, que proporciona alivio momentáneamente. Esto conlleva a un perfeccionismo patológico. El perfeccionismo y querer anticiparse a evitar todo lo negativo, hace que el nivel de ansiedad se eleve.
¿Cómo reconocer si eres una persona controladora?
- Crees que tu forma de hacer las cosas es siempre la mejor y no entiendes que alguien pueda hacerla de otra manera y que sea igual de válida que la tuya.
- No soportas que haya imprevistos ni cambio de planes, por lo que eso te altera y te frustra.
- Te desespera no saber qué va a pasar en el futuro porque escapa a tu control.
- Mantienes el control en cómo te muestras ante los demás, para que no te vean débil en algún momento.
- Odias cometer errores y lo evitas hasta el punto de dejar de hacer cosas, por el miedo a equivocarte.
- Le das muchas vueltas a las cosas para encontrarle una explicación a todo, aunque se trate de cosas que ya han pasado.
- No sabes improvisar en el último momento, por eso siempre llevas todo bien planificado.
- Buscas controlar tus sentimientos para que no te sorprendan y te causen incomodidad.
- Te autoengañas y buscas estar pendiente de todo e mundo para evitar el miedo al rechazo.
- Te surgen muchas dudas antes de tomar una decisión, porque tienes que asegurarte de que las cosas van a salir como tu quieres.
- Crees saber lo que les conviene a las personas que le rodean
- Eres incapaz de tolerar la incertidumbre
- Tienes patrones de conducta habituales basados en la minuciosidad, comprobaciones, etc.
- Esperas y exiges lealtad y obediencia.
- Te aterran las emociones.
- No confías en los demás
- Estás en constante vigilancia ante los demás y ante las demás cosas.
- Te percibes como un líder, pero las demás personas lo perciben como un tirano
¿Por qué se desarrolla la personalidad controladora y la necesidad de control?
La principal causa de las personas con rasgos controladores, es que de pequeños lo más probable es que hayan vivido una infancia “controlada” (por ejemplo, desde la rigidez en el ritmo de lactancia, de un entrenamiento a la limpieza excesivamente severo y horarios para el sueño bien definidos, hasta una programación minuciosa de todas las actividades cotidianas). Los padres de estos niños han sido a menudo irrazonablemente pretenciosos, prematuramente solicitantes y/o dispuestos al reproche y toda actividad espontánea ha sido fuertemente desalentada, por miedo a que trajera caos y desorden, creando así personas controladoras y celosas.
Las acciones de las personas controladoras se mueven por factores psicológicos profundos, que tienen que ver con su estructura de personalidad y por la profunda convicción de que es necesario comportarse de esa manera, para satisfacer sus necesidades y alcanzar sus objetivos.
La personalidad controladora y posesiva se desarrolla cuando:
- Porque el amor que se recibió en la infancia fue condicionado a los logros: es decir, de niños, estas personas no eran amadas hasta que cumplían o satisfacían las necesidades de sus padres, una forma de control sutil que siguen poniendo en práctica en sus relaciones al crecer.
- Porque se valoraban más los resultados que el esfuerzo y las relaciones: son personas que crecieron con el mensaje de que lo que lograban y producían, era más importante de lo que eran o las relaciones que establecían con los demás. Como resultado, aprendieron a centrarse en la eficiencia, aunque ello implique pensar por encima de los derechos de los demás.
- Porque se generó un apego inseguro: la persona siente una profunda necesidad de atención y cariño, pero también tiene un profundo miedo a perderlos, lo que ejerce el control como una manera para atar ese “amor”.
- Por baja autoestima: en este caso, la persona controladora intenta camuflarla ejerciendo el control sobre los demás. Como no soporta no tener el control de su vida, vuelca esa frustración hacia otros, volviéndose dominante y controladora.
- Por el miedo a la incertidumbre: hay una búsqueda de seguridad, a través de las normas y el control que intenta imponer. No acepta con agrado los cambios y la incertidumbre de la vida, sino que le generan ansiedad e intenta mitigarla controlando todo aquello que puede controlar, de manera que con esto tiene la ilusoria sensación de control que le confiere calma y tranquilidad.
- Por ser el resultado de una pérdida importante en el pasado: suele ocurrir cuando los padres pierden un hijo y se culpan por lo ocurrido, de manera que para que no se repita la tragedia, se vuelven hipercontroladores con el otro hijo. También ocurre cuando se produce una infidelidad en las relaciones de pareja, en cuyo caso suelen aparecer relaciones posesivas, por el miedo a perder a la nueva pareja, pero no se dan cuenta que un amor posesivo termina asfixiando psicológicamente a quienes están a su alrededor, obteniendo el resultado opuesto al que se busca: el abandono.
Además de lo que se acaba de decir, la necesidad de control también puede darse por situaciones pasadas en las que se pudo experimentar una indefensión y descontrol desmedido (como experiencias de abuso, maltrato o traumáticas), por miedo al abandono, por miedo a fallar o a equivocarse, por exceso de perfeccionismo y por dificultades a la hora de expresar las emociones.
También en el origen de la necesidad de control está el hecho de que la sociedad manda mensajes constantemente sobre el éxito o fracaso de nuestras circunstancias vitales, depende de lo que hagamos. Por ejemplo con el “querer es poder”, “quien la sigue la consigue”, “si quieres podrás con todo”, etc., pues hay que entender que esto no siempre es así, porque no siempre se v a poder con todo y no siempre va a depender de nosotros que ocurras las cosas como nos gustaría, porque nos relacionamos con otras personas que quieren cosas diferentes y debemos encontrar puntos medios y tolerar la frustración e incertidumbre, para tener relaciones saludables y equitativas. De esta manera, el contexto social favorece y hasta premia este tipo de personalidades controladoras, relacionándolas con el éxito.
El primer paso para superar la necesidad de control, es dejar de negar su existencia y aceptar que se sufre de dicha necesidad, así como aceptar el problema de inseguridad que se tiene. Igualmente, en necesario aceptar que no es posible controlarlo todo y que hay circunstancias que se escapan de nuestras manos y que aunque sintamos impotencia, frustración, tristeza o ira, la realidad no podrá ser otra.
El enemigo del control es la confianza y entre los principales aliados del control están las expectativas. Esperar que algo sea de tal o cual manera, tener previsto lo que va a suceder, lo que va a pasar es tratar de tener el control de las situaciones, pero soltar las expectativas supone soltar también el control, abrirse para que llegue lo que venga.
Otro aspecto que alimenta el control es el estrés. El estrés hace que de forma continua imaginemos todo lo que necesitamos controlar repasando miles de veces la lista mental que tenemos hecha. Vivir en estado de alerta, hace que se genere una gran cantidad de estrés y la acumulación de tanta presión, por un tiempo prolongado, da paso a la ansiedad. La ansiedad se alimenta de la ansiedad, por lo que cuando más queremos controlarlo todo por el miedo que sentimos, más ansiedad generamos. Al final la relación entre ansiedad y la necesidad de control, se convierte en un circulo vicioso. El control tiene que ver con el futuro, con lo que va a sucede y tener previsto todos los pasos a dar. Para eso es necesaria mucha planificación mental y mucho esfuerzo que acaba pasando factura a la salud (física y mentalmente). El quererlo controlar todo, hace que caigamos en el error de querer abarcar más cosas, queramos estar en todas partes, lo que hará que nos sintamos desbordados, angustiados y totalmente agotados.
Soltar el control implica entregarse a la incertidumbre y saber cómo vivir con ésta y el cambio. Significa ser flexible y permitir que la vida fluya, siendo esto necesario para enfrentar cualquier situación por terrible que sea.
¿Cuando se habla de una pareja controladora?
- Cuando aísla a su pareja de su familia o amigos: normalmente empieza de manera sutil. Este suele ser el primer paso de una persona controladora. Puede que se quejen con frecuencia con la que hablamos con la familia o amigos y/o no les agrada que los veamos. También pueden intentar ponernos en contra de las personas en las que usualmente confiamos. Su meta es quitarnos nuestra red de apoyo, para que sea menos probable enfrentarnos a ellos.
- Críticas crónicas hasta por cosas pequeñas: las criticas son algo por lo que se empieza de manera casi imperceptible. Si es parte de una dinámica constante en una relación, se vuelve muy difícil sentirse aceptado, amado o valorado. Si cada pequeña cosa que hacemos, podría mejorarse a ojos de nuestra pareja, entonces ¿cómo vamos a ser valorados como un verdadero igual y recibir amor incondicional?
- Amenazas abiertas o veladas contra uno o si mismos: las amenazas de irse, cortar los “privilegios” o incluso amenazas por parte de la persona controladora de lastimarse o lastimar, pueden ser emocionalmente manipuladoras, como la amenaza de violencia física. Es común que la persona controlada se sienta atorada en la relación, no solo por miedo a ser lastimada sino también porque teme que su pareja se autodestruya o lastime si se va. También esta la posibilidad de que la persona controlada se sienta amenazada de perder su hogar, el acceso a sus hijos o apoyo financiero si dejan a su pareja controladora o abusiva.
- Hacer condicional la aceptación/atracción/ cariño: el mensaje que transmite la persona controladora es que el otro es lo suficientemente bueno ahora. Igualmente el controlador solo proporciona aceptación, amor o cariño, si su pareja hace lo que desea. Por ejemplo, “No tengo ganas de terner íntimidad contigo, pero si sigues haciendo ejercicio y bajando de peso, serás más atractiva para mí”.
- Usar la culpa como herramienta: muchas personas controladoras son manupuladores muy hábiles para hacer que las emociones de sus parejas funcionen a su favor, haciendo que sientan un flujo constante de culpa y con esto, la mayor parte de su trabajo de control ya está hecho (sus parejas gradualmente intentarán hacer lo que puedan para no tener que sentirse culpables, lo que con frecuencia significa ceder, desistir, perder el poder y la propia opinión dentro de la relación, que es exactamente lo que quiere el controlador).
- Crear una deuda de agradecimiento: al principio, las personas controladoras parecen sumamente románticas, pero muchos de esos gestos pueden usarse como una manera de control. Al dar la expectativa de recibir algo a cambio o una sensación de deuda hacia esa persona por todo lo que nos ha dado.
- Espiar o fisgonear: una pareja controladora normalmente siente el derecho de saber más de lo que deberían, ya sea que mantengan sus fisgoneos secretos o pidan abiertamente que compartamos todo con ellos, violando de esta manera los límites desde el principio. El controlador puede revisar el teléfono de su pareja, su email, rastrear el historial en internet, grabar llamadas o videos, etc. y luego, pueden justificarlo diciendo que han sido lastimados antes, que tienen problemas de confianza o diciendo el típico “el que nada debe, nada teme”. Esto es una clara violación a la privacidad y va de la mano con tomar una postura policiaca en la relación. No siempre tendríamos que estar obligados a detallar dónde estamos a cada minuto del día, ni darle acceso a nuestros teléfonos, correos o búsquedas de internet a nuestras parejas de manera automática.
- Paranoia, acusaciones y celos: los celos de una pareja pueden ser halagadores al principio, pero cuando se vuelve más intenso, puede ser aterrador y posesivo. Una pareja que percibe todas las interacciones que tenemos como coqueteo, se siente amenazada por múltiples personas con las que entramos en contacto o nos culpa por interacciones inocentes. Cuando esta perspectiva se vuelve arraigada en la relación, es probable que sean controladores.
- Asumir culpa hasta demostrar inocencia: una persona controladora con frecuencia es muy hábil para hacernos sentir que hicimos algo mal, incluso antes de darnos cuenta de lo que hicimos. Podemos estar llegando, para encontrarlos ya enojados por algo que encontraron, pensaron o decidieron en nuestra ausencia y pueden conservar “evidencia” de las cosas que hicimos mal hasta el punto de que podríamos sentir que tienen toda una carpeta de investigación en nuestra contra. Por ejemplo, desde dónde pusimos su taza favorita, hasta si fuimos a comer con un colega sin decirles (siempre se asumirá que tuvimos malas intenciones).
- Agotar con peleas: mientras que a algunos controladores les gusta mantener su influencia de manera camuflada, a otros discuten de manera abierta y crónica, tomando cualquier excusa para armar un conflicto. Esto es especialmente cierto cuando la pareja es más pasiva y la persona controladora tiene más posibilidades de triunfar en cada argumento que surge porque la persona controlada tiene una naturaleza de evitar los conflictos o está cansada de pelear.
- Molestar o ridiculizar de maneras incomodas: el humor o los juegos pueden ser una manera de interactuar dentro de muchas relaciones. El aspecto clave es si se sienten cómodas ambas partes. En muchas relaciones controladoras, el abuso emocional se puede ocultar como “solo estaba jugando contigo, no debes tomarlo personal” y a la critica original, además se le añade el hecho de que la reacción fue la “incorrecta”, por lo que básicamente se termina afirmando que no tenemos derecho a sentir lo que sentimos, un movimiento clásico de las personas controladoras.
- Incapacidad o falta de voluntad de escuchar el punto de vista del otro: puede notarse cuando el controlador interrumpe constantemente o por el rechazo de nuestras opiniones. Pensemos si alguna vez hemos intentado darles retroalimentación sobre cómo nos hace sentir su comportamiento y si fueron capaces de aceptarlo o lo rechazaron sin pensarlo o incluso nos culparon por tener una opinión diferente.
Existen muchas otras conductas de una pareja controladora, sin embargo éstas pueden ser las más frecuentes.
Es muy difícil que las personas con necesidad por el control tengan la suficiente consciencia para darse cuenta de dicha necesidad y ansiedad, es decir, se comportan de esta manera de manera inconsciente o sin darse cuenta.
En conclusión, la necesidad de control es peligrosa, porque aunque aporte seguridad y es una sensación poderosa, nunca será posible controlarlo todo y el problema es que esta necesidad de control conlleva a querer siempre más control, lo que resulta un objetivo imposible porque los imprevistos forman parte del día a día. En lugar de gastar energía tratando de controlarlo todo, es mejor ser capaces de cambiar la perspectiva y aprender a responder a los imprevistos. Lo único sobre lo que se puede tener control, es sobre lo que hacemos pero nunca sobre lo que hacen los demás o lo que ocurre en nuestro alrededor.
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