Cuando se es padre, es inevitable tener que preguntarse lo siguiente: ¿Lo estaré haciendo bien? ¿Estaré tomando las decisiones adecuadas?. Es completamente normal tener dudas sobre el estilo de crianza que se ejerce sobre los hijos, ya que no vienen con un manual de instrucciones y nadie nos enseña ser padres. Esas dudas las ha tenido todo el mundo. La crianza de un hijo es compleja. A la hora de educar, no sólo importa lo que se transmite, sino también el cómo se transmite.
Algunos padres educan a sus hijos como fueron educadas ellos, otros lo hacen de forma diferente (porque no quieren repetir el patrón), otros aplican teorías que han leído en alguna revista o blog y están los hay que se dejan aconsejar por otros.
El estilo de crianza que se utiliza a la hora de criar a un hijo o hija puede tener un efecto positivo o negativo en su desarrollo y las estrategias disciplinarias van a influir en el tipo de relación que se establezca entre padres e hijos. También, los estilos parentales ejercen una gran influencia en el estado de ánimo, el comportamiento y el bienestar del niño, en el presente y a futuro.
La psicóloga del desarrollo Diana Baumrind ha estudiado los estilos de crianza ampliamente. De acuerdo con ella, existen cuatro dimensiones importantes que se consideran en los estilos de crianza: calidez y nutrición, estrategias disciplinarias, estilo de comunicación y expectativas de madurez y control.
De acuerdo con está autora, hay una relación entre el estilo de crianza y la forma de ser de los hijos: los niños desconfiados e infelices tienen padres controladores y poco afectuosos, los dependientes tienen padres cálidos que no ponían límites y los autosuficientes y felices, tenían padres exigentes pero comunicativos.
En este post, se hablará de los diferentes estilos de crianza, de las consecuencias o efectos en los hijos y cómo se puede cambiar el estilo de crianza.
Estilos de crianza
Al hablar de “estilo de crianza”, se hace referencia al tipo de relación y al tipo de comunicación que se usa con los hijos. Existen cuatro estilos de crianza:
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Autoritario
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Democrático
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Permisivo
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Negligente
Es importante reconocer el estilo que sueles utilizar más a menudo, para poder sacar lo mejor de ti y favorecer el adecuado desarrollo y crecimiento de tu hijo.
Estilo de crianza autoritario:
Se basa en la disciplina severa, donde los padres establecen las reglas y esperan que los niños las sigan sin excepción. Los padres con este estilo parental son controladores, prestan poco apoyo a sus hijos y son propensos al castigo, las amenazas e incluso pueden ejercer la violencia. Si el hijo infringe las normas familiares, será castigado severamente sin escuchar su explicación.
Los padres autoritarios se caracteriza por decir cosas como: “¡Se hace porque lo digo yo y punto!” y usan los gritos y las amenazas para que sus hijos obedezcan.
Pese a que los niños de padres autoritarios siguen las reglas la mayor parte del tiempo, suelen desarrollar problemas de autoestima, puesto que los padres no tienen en cuenta sus necesidades, sentimientos y emociones. También pueden convertirse en niños hostiles o agresivos, que no saben tomar decisiones y resolver problemas. Los niños criados con este estilo de educativo tienen un buen desempeño académico, pero corren el riesgo de desarrollar pobres habilidades sociales, por lo que se considera un estilo de crianza negativo.
Este estilo de crianza se caracteriza por:
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Ejercer un gran control sobre los hijos.
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Marcar unas expectativas altas y ser exigentes en su cumplimiento.
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Imponer normas sin explicar los motivos y hacerlas cumplir utilizando el castigo.
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Ser poco afectuosos con los hijos.
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Apenas dan abrazos o hablan de sus sentimientos hacia ellos.
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Ser reacios a tener en cuenta las opiniones de los hijos.
Consecuencias en de este estilo en los hijos:
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Serán niños sumisos, que acatarán las normas sin cuestionarlas vengan de donde vengan.
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Tendrán dificultades para tomar sus propias decisiones, porque estarán más preocupados de hacerlo bien, que de hacerlo como ellos quieren.
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Presentarán una baja autoestima y problemas de dependencia.
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Tendrán una mayor vulnerabilidad a sufrir estrés y ansiedad.
Este estilo de crianza es el menos recomendable, ya que genera mucho malestar en los hijos e imposibilita la creación de un vínculo sano y fuerte entre padres e hijos.
¿Qué hacer para cambiar este estilo de crianza?
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Habla de tus emociones delante de tus hijos. Abrázalos, bésalos, juega con ellos y sobre todo diles que los quieres.
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Fomenta un diálogo positivo, donde puedas escuchar sus opiniones y tenerlas en cuenta.
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Aplica las normas con firmeza, respeto y comprensión.
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Ajusta tus expectativas a su desarrollo evolutivo.
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Utiliza las consecuencias educativas en vez de los castigos para hacer cumplir las normas.
Estilo de crianza democrático:
Son padres que ponen limites a sus hijos y enseñan que sus actos tienen consecuencias, pero al mismo tiempo tienen en cuenta las necesidades y la opinión de sus hijos.
Ante los berrinches y rabietas normales de los niños, un padre con este estilo de crianza diría algo así como: “Ya veo que no te gusta la sillita del coche, pero es lo mejor para ti. Mira, papi también se pone el cinturón”. Para superar la emoción negativa de su hijo, le canta su canción preferida. Provocando en el niño un cambio de actitud.
Los padres democráticos explican las consecuencias que tiene la conducta negativa de sus hijos, en vez de aplicar castigos. Así mismo, emplean el refuerzo positivo (aplicación de estimulo como consecuencia a una conducta, que hace que aumente la repetición de la misma) para los buenos comportamientos y están más dispuestos que los padres autoritarios a usar sistemas de recompensas y elogios.
Los niños criados con este estilo educativo tienden a ser más felices y exitosos; son buenos para tomar decisiones, tienen una mayor autoestima y de mayores, son más responsables y se sienten cómodos expresando sus opiniones.
Los padres democráticos son aquellos que:
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Fomentan la responsabilidad y autonomía de sus hijos.
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Marcan unas expectativas adecuadas y velan por que se cumplan.
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Dan muestras de cariño y amor a sus hijos y están pendientes de sus necesidades.
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Ponen normas claras y aplican consecuencias educativas de forma consistente y firme.
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Practican la escucha activa con sus hijos y alimentan la buena comunicación con ellos.
Es un estilo de crianza muy positivo y es el más recomendable de todos, por lo que es sin duda el estilo educativo más saludable para la crianza de los hijos. Como se dijo anteriormente, los padres democráticos son firmes pero también brindan apoyo y cariño a sus pequeños, establecen límites, pero también consideran el punto de vista del infante, es decir, ponen reglas que esperan que los hijos sigan, pero consideran que existen excepciones en estas reglas.
Genera que los niños tengan:
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Seguridad en sí mismos.
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Fortaleza en la toma de decisiones.
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Persistencia para alcanzar sus metas.
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Buenas capacidades para las relaciones sociales.
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Valores como la empatía, el respeto y la responsabilidad.
Estilo democrático se basa en la crianza positiva: desde que su hijo es bebé generan con el niño un apego seguro que sentará las bases de una buena comunicación entre padres e hijos.
¿Cómo puedes aplicar una crianza positiva?
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Actúa como un ejemplo a seguir: los niños son esponjas que todo lo absorben y la mejor forma de que aprendan es viendo cómo lo hacen sus padres.
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Piensa en las necesidades de tu hijo: detrás de cada llanto, alegría o tristeza se esconde algo que te quiere transmitir.
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Marca límites y consecuencias: hazlo de forma clara para que el niño los conozca y los pueda cumplir.
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Practica la escucha activa: deja que te cuente sus cosas y cuéntale tú, las tuyas.
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Enséñale a expresar sus sentimientos y emociones sin dañarse a él mismo o a los demás.
Estilo de crianza permisivo
Los padres con este estilo de crianza se caracterizan por ser la dificultad de hacer cumplir las normas y acaban cediendo a los llantos y rabietas de los niños. Te pongo un ejemplo para que lo veas más claro.
El estilo permisivo puede parecer un buen estilo parental porque los padres lo emplean pensando que así sus hijos serán más felices. Sin embargo, trae consigo consecuencias emocionales serias. Los padres permisivos tratan de proteger a sus hijos de incidentes dañinos, no establecen ningún estándar para el comportamiento de sus pequeños y son muy tolerantes.
Estos padres se caracterizan por ser poco firmes y tener poco control sobre la situación. Los niños que crecen en entornos con este estilo de crianza tienden a tener un bajo rendimiento académico y pueden presentar más problemas de comportamiento, ya que probablemente no harán caso a la autoridad y las reglas. A menudo tienen baja autoestima y pueden experimentar tristeza. Suelen convertirse en personas caprichosas y consentidas. Una consecuencia de este estilo de crianza es que los hijos pueden terminar convirtiéndose en un pequeño tirano (Síndrome del Emperador, que se caracteriza por una serie de comportamientos y actitudes del niño/a encaminados a dominar psicológicamente a los padres u otros cuidadores).
Este tipo de crianza es el que impera en muchos padres actuales, de pronto por el miedo a convertirse en unos padres autoritarios del “¡Porque lo digo yo!, o quizá sea porque no saben cómo afrontar las rabietas de los pequeños, pero no establecer unas normas claras y consistentes genera muchos problemas a los niños.
Se caracterizan por:
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Ser muy afectivos con los hijos. Están muy atentos a las necesidades de los niños y se preocupan por sus estados emocionales.
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No marcar normas y prohibiciones claras para garantizar la seguridad y las rutinas de los hijos.
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Ser flexibles en la aplicación de las consecuencias educativas ante el incumplimiento las normas.
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Provocar un ambiente desorganizado que impida anticipar lo que va a suceder.
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Mostrar un escaso control sobre las situaciones.
Pero este tipo de crianza genera que los hijos:
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Sean impulsivos, dominantes y rebeldes.
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Muestren poca capacidad para persistir en las tareas costosas.
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No cumplan las normas ni en casa ni en el colegio. Convirtiéndose en pequeños tiranos.
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Tengan una baja autoestima y una baja tolerancia a la frustración.
Poner límites y fijar las consecuencias por su incumplimiento ayuda a establecer un orden. Los niños se sienten seguros, adquieren normas de convivencia y aprenden valores como la responsabilidad y el respeto.
Estilo de crianza negligente
Son padres ausentes en la crianza de sus hijos, es decir, no están implicados en su crianza y no proporcionan el apoyo necesario a sus hijos, ni les sirven de guía. No muestran ningún cariño o disciplina Se caracterizan por no prestar atención a sus hijos y a dedicar poco tiempo a estar con ellos. Descargan la responsabilidad de la educación en otras figuras como los abuelos o los profesores. Un ejemplo de regaño de un padre negligente es: “¡Qué haces! no me molestes, vete a tu habitación”.
Puede a en alguna ocasión se le hayas dicho a tus hijos “No molestes más” (el cansancio, los problemas y los hijos demandando atención facilitan que la paciencia se agote y se digan estas cosas). El problema no es que en alguna ocasión se te haya escapado, el problema es que sea tu estilo habitual.
Este es un estilo muy dañino para los hijos y la conducta de los padres tiene un impacto negativo a nivel global en el desarrollo de los niños, tanto en el presente como en el futuro. Los padres indiferentes ponen en riesgo la salud emocional y el autoestima de sus hijos, causando serios problemas psicológicos en diferentes ámbitos de su vida futura, por ejemplo, las relaciones interpersonales o el trabajo.
Las características de este tipo de padres son:
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No marcan disciplina ni normas claras, porque no se involucran en la educación de los hijos.
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Generan un ambiente desorganizado.
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No prestan apoyo emocional al niño.
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Culpan a otros del mal comportamiento de los hijos (“en la escuela no les enseñan nada”).
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Ignoran las necesidades afectivas del niño o intentan cubrirlas con aspectos materiales.
Características de los hijos de padres negligentes:
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Son impulsivos.
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No respetan las normas.
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Se ven involucrados en conflictos y discusiones.
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Tienen una baja autoestima y poca empatía.
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Presentan un bajo rendimiento académico.
Una educación basada en unos padres ausentes no es la más deseada. Muchos de estos chicos sienten que sus padres no les quieren, aunque en realidad no sea así y buscan su atención con conductas negativas. El afecto, la implicación y el pasar tiempo de calidad con los hijos es la base para fomentar un vínculo seguro, que ayude al niño a crecer sintiéndose valioso.
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