Distinción entre tristeza y depresión
Todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos sentido tristes, ya que al igual que otras emociones como la felicidad, la ira o el miedo, es una emoción básica del ser humano. Es una respuesta natural de nuestro cerebro ante una situación negativa o un acontecimiento estresante tal como la perdida de un ser querido o cuando no se cumplen las expectativas personales.
Es frecuente encontrar confusiones entre tristeza (emoción) y depresión (trastorno). La tristeza es una cualidad importante y un criterio para hablar de depresión, pero hay que recordar que la tristeza es una emoción normal que todos experimentamos en diferentes ocasiones y que no tiene que convertirse en un problema. Sin embargo, si la tristeza perdura en el tiempo, puede convertirse en una depresión, es decir, se convierte en una tristeza patológica.
Por su parte, la depresión es una enfermedad donde la tristeza es patológica debido a su intensidad y duración. Es un trastorno del estado del animo caracterizado por estar asociado con un conjunto de síntomas como la anhedonia (incapacidad para sentir placer), la abulia (falta de energía), la pérdida del autoestima o de la identidad, la pérdida de peso y apetito, trastornos del sueño, fatiga, dificultades para concentrarse y reiteradas ideas de sentimiento de culpa, ideación suicida y se relaciona con un pesimismo crónico, además de presentarse una sensación de malestar en general.
Para sentirnos deprimidos, no es necesario que se haya vivido un hecho dramático, lamentable o hiriente. La depresión es el resultado de la interacción de muchos factores, entre esos está el genético, los cambios neurobiológicos y ambientes. La depresión puede desencadenarse tanto por hechos trágicos como también puede haber una ausencia de causa externa que la justifique.
La depresión es un trastorno que cuando se manifiesta con intensidad, afecta el funcionamiento de la persona que lo sufre en un ámbito personal, familiar, social y laboral.
Principales diferencias entre tristeza y depresión:
Tristeza
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Es un estado de ánimo
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Cuando estamos tristes, sabemos por qué lo estamos (pérdida del trabajo, muerte de un familiar, etc.).
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El sentimiento de tristeza es un estado mental relativamente pasajero. Es normal sentirse triste ante sucesos negativos de la vida.
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No hay presencia de abulia (la falta de voluntad o energía para hacer algo.
Depresión
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Es un trastorno del estado de ánimo.
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Muchas veces no se puede identificar un factor desencadenante que genera el malestar.
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La depresión es un estado crónico de malestar y desazón. El estado de ánimo depresivo con pérdida de interés y agotamiento, dura, como mínimo, dos semanas.
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La presencia de abulia es característico de la depresión. Una persona con trastorno depresivo suele sentir que no existe nada por lo que merezca la pena actuar. Tienen falta de iniciativa para lo más básico, desde arreglarse a realizar cualquier tipo de actividad como realizar la compra. Esta apatía tiene que durar durante semanas e incluso meses.
En conclusión, la diferencia entre tristeza y depresión radica en la intensidad y duración de la tristeza.
Cabe decir que existen distintos tipos de depresión. En el presente artículo se habla sobre el trastorno depresivo más grave: la depresión mayor.
Depresión
Como se dijo en un principio, la depresión es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por la aparición de uno o varios episodios depresivos de mínimo dos semanas de duración, durante las que se presentan un conjunto de síntomas de tipo afectivo (tristeza patológica, apatía, anhedonia, desesperanza, decaimiento, irritabilidad, etc.) y de tipo cognitivo (pensamientos, volitivo (voluntad) y somático (conversión de síntomas psicológicos en físicos), durante su curso. La depresión mayor también conocida como depresión unipolar.
Las personas con depresión mayor no están simplemente “tristes”, sino que tienden a mostrar una extrema falta de iniciativa para realizar cualquier cosa, incapacidad para estar alegres y sentir placer y experimentan una serie de problemas físicos y psicológicos que dañan significativamente su calidad de vida. Además la depresión mayor también afecta la forma cómo se piensa y se razona, así como la memoria y la atención. También, la falta total o parcial de motivación hace que las personas que han entrado en una crisis de este tipo, parezcan ausentes y no tengan ganas de hacer nada, ni siquiera pensar mucho.
Depresión mayor
El cuadro depresivo mayor puede dividirse en:
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Leve
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Moderada
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Grave
Existen dos tipos de depresión mayor:
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Depresión mayor con episodio único: solamente existe la presencia de un sólo acontecimiento depresivo en la vida del paciente.
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Depresión mayor recidivante: los síntomas depresivos aparecen en dos o más episodios en la vida del paciente. La separación entre episodios depresivos debe ser de al menos 2 meses sin presentar los síntomas.
La depresión mayor suele iniciarse durante la adultez joven, aunque también puede surgir en prácticamente cualquier etapa de la vida. El individuo que padece esta condición puede experimentar fases de estado de ánimo normal entre las fases depresivas que pueden durar meses o años.
La depresión mayor es un tipo de depresión unipolar, lo que quiere decir, que no presenta fases de manía, diferenciándose de esta forma de la bipolaridad).
Causas
Como ya se dijo, la depresión mayor es un fenómeno multifactorial, por lo que diferentes factores causan esta enfermedad: factores genéticos, vivencias de la infancia y adversidades psicosociales actuales (contexto social y aspectos de la personalidad). Las dificultades en las relaciones sociales, las disfunciones cognitivas o el estatus socio-económico pueden ser factores de riesgo para el desarrollo de este trastorno. En definitiva, la interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales favorecen la aparición de la depresión mayor.
También se ha vinculado la depresión mayor con una falta de dopamina en el sistema de recompensa del cerebro, lo cual hace que la persona no tenga objetivos. Este hecho puede desencadenar un estilo de vida sedentario y monótono, así como graves problemas de autoestima.
Síntomas
Para el diagnóstico de la depresión mayor, los síntomas de la depresión deben representar un cambio respecto a la actividad previa del paciente y uno de los síntomas debe ser un estado de ánimo depresivo o la pérdida de interés o de la capacidad para sentir placer (anhedonia), así como el sujeto debe presentar durante un periodo mínimo de dos semanas, al menos cinco de los siguientes síntomas:
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Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi todos los días
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Pérdida de interés en las actividades que antes eran gratificantes o placenteras
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Pérdida o aumento de peso
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Insomnio o hipersomnia
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Baja autoestima
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Problemas de concentración y problemas para tomar decisiones
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Sentimientos de culpabilidad
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Pensamientos suicidas
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Retraso psicomotor (enlentecimiento en los movimientos) casi todos los días
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Fatiga o pérdida de energía casi todos los días
Es importante no confundir la depresión mayor con otros trastornos del estado de ánimo similares (como la distimia). Esta alteración psicológica también está asociada a muchos de los síntomas de la depresión mayor, pero presenta algunas diferencias. Lo que permite distinguir la distimia de la depresión mayor, es que para diagnosticar la distimia se tienen que presentar los síntomas depresivos un periodo de tiempo mucho mayor (al menos dos años) y la intensidad de los síntomas es menor, así como generalmente no se presenta anhedonia.
Para el diagnóstico de depresión mayor, los síntomas han de causar un malestar clínicamente significativo, es decir, un deterioro en el ámbito personal, familiar, social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento. También se debe descartar que el episodio depresivo se pueda atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia o de otra afección médica, así como el episodio de depresión mayor debe explicarse mejor por un trastorno esquizoafectivo (trastorno que se caracteriza por una combinación de síntomas de esquizofrenia, como alucinaciones o delirios, con síntomas de trastornos del estado de ánimo, como depresión o manía), esquizofrenia (trastorno que altera el pensamiento y la percepción, haciendo que se presenten alucinaciones y delirios), trastorno esquizofreniforme (trastorno con características idénticas a las de la esquizofrenia excepto porque se diferencian en la duración total de la enfermedad, entre 1 y 6 meses y que no se requiere la presencia de una discapacidad social u ocupacional durante parte de la enfermedad), trastorno delirante (trastorno psicótico que se caracteriza por la presencia de una o más ideas delirantes, sin que se produzca otra patología significativa como alucinaciones) u otro trastorno especificado o no especificado del espectro de los trastornos psicóticos.
Tratamiento
Identificar las causas que conducen a la depresión es el primer paso para tratarla, con ayuda profesional. En cambio, si el enemigo es la tristeza, hay estrategias más sencillas (como llamar a un amigo y desahogarse).
La depresión mayor es una patología seria pero es tratable. Las opciones de tratamiento suelen variar dependiendo de la gravedad de los síntomas. En casos graves, la administración de Psicofármacos combinado con la Psicoterapia es el tratamiento más apropiado. Sin embargo, en los últimos años se ha mostrado la eficacia de otros tratamientos, como el de la Terapia Electroconvulsiva (que se emplear cuando la sintomatología depresiva es muy severa) cuando la terapia con fármacos no da resultado (esta terapia no es comparable al viejo electroshock, ya que la intensidad de las descargas es mucho menor y es indolora). El Minfulness ha mostrado cierta eficacia al intervenir en casos de depresión leve, con la depresión mayor no parece funcionar.
Las personas diagnosticadas con depresión mayor pueden recaer con facilidad en este tipo de crisis, de modo que el tratamiento se plantea como una ayuda de por vida. Además, los métodos utilizados para evitar las recaídas son diferentes a los utilizados cuando el paciente está viviendo una crisis de depresión.
Terapia psicológica
Por su parte, la terapia psicológica ha demostrado ser una herramienta eficaz para el tratamiento de la depresión, especialmente la Terapia Cognitivo-Conductual. Este tipo de terapia considera al paciente como un sistema que procesa información del medio antes de emitir una respuesta, es decir, el individuo clasifica, evalúa y da significado al estímulo en función de su conjunto de experiencias provenientes de la interacción con el medio y de sus creencias, suposiciones, actitudes, visiones del mundo y autovaloraciones. En esta terapia se usan distintas técnicas que pretenden tener un efecto positivo sobre el autoestima baja, los estilos negativos de resolución de problema o la manera de pensar y evaluar los acontecimientos que ocurren alrededor del paciente.
Algunas de las técnicas cognitivo conductuales más habituales son:
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Autoobservación: las hojas de registro o el establecimiento de metas realistas son técnicas que se suelen emplear y han mostrado su eficacia.
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Reestructuración Cognitiva: se usa para que paciente pueda tener conocimiento sobre sus propias emociones o pensamientos y para detectar pensamientos irracionales, sustituyéndolos por ideas o creencias más adaptativas.
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Desarrollo de habilidades de resolución de problemas: los déficits en solución de problemas están relacionados con la depresión, por lo que el entrenamiento en resolución de problemas es una buena estrategia terapéutica. El entrenamiento en habilidades sociales y el entrenamiento asertivo también son tratamientos útiles para esta condición.
Terapia farmacológica
En casos menos graves de depresión o en otros tipos de depresión, no siempre es necesaria la aplicación de psicofármacos. En casos graves se aconseja la administración de distintos medicamentos durante un periodo de tiempo determinado.
Entre los antidepresivos más empleados están:
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Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina: son los más empleados y son la primera opción en el tratamiento farmacológico de la depresión. Tienen menos efectos secundarios que otros antidepresivos, aunque también pueden provocarlos (como boca seca, náuseas, nerviosismo, insomnio, problemas sexuales y dolor de cabeza). La Fluoxetina (Prozac) es el ISRS más conocido, aunque también se usa el Citalopram, Paroxetina o Sertralina.
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Antidepresivos tricíclicos: se conocen como antidepresivos de primera generación, aunque raramente son usan como primera opción por sus efectos secundarios (boca seca, visión borrosa, estreñimiento, dificultad para orinar, empeoramiento del glaucoma, alteración del pensamiento y cansancio; también pueden afectar a la presión arterial y la frecuencia cardíaca, por lo que no son recomendables para personas mayores). Algunos ejemplos son: Amitriptilina, Clomipramina o Nortriptilina.
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Inhibidores de la Monoaminooxidasa: son antidepresivos que actúan bloqueando la acción de la enzima monoamino oxidasa. Se usan con menos frecuencia debido a sus efectos secundarios graves (debilidad, mareos, dolores de cabeza y temblores). Algunos ejemplos de este fármaco son la Tranilciprominao la Iproniazida.
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