El síndrome de abstinencia emocional es el dolor que se sufre o se siente, tras una ruptura amorosa.

 

Tras una ruptura amorosa y especialmente en los primeros días y semanas después de la ruptura o del adiós, podemos vivir sentimientos muy intensos que pueden afectar a nuestra capacidad de ser objetivos y racionales. El dolor, la tristeza, la angustia, la incapacidad de concentrarse y los deseos de contactar con nuestra expareja pueden llevarnos a situaciones de vulnerabilidad, en las que es posible dejarse llevar por impulsos o arrebatos de los que podemos arrepentirnos a posteriori.

 

Terminar con una relación y dejar ir a la persona que tanto queremos es complicado y pese a que tengamos claro que hemos hecho lo correcto alejándonos, pueden surgir momentos en los que nos sintamos débiles y dejemos que nuestras emociones nos dominen.

Desprenderse de un vínculo afectivo no es sencillo, de hecho el sufrimiento psicológico que  se llega a experimentar por ello, suele ser devastador para nuestro cerebro. Este proceso (que implica también un proceso de duelo, que es el proceso psicológico que se manifiesta ante una pérdida, ya real o imaginaria, ya sea física, como pasa con la muerte o emocional, como en una ruptura amorosa), es muy similar al síndrome de abstinencia que padecen los adictos, donde  prevalece un caos neuroquímico del que no es fácil desprendernos. En el enamoramiento se activan las mismas regiones cerebrales que en el consumo de drogas, lo que lleva a algunos individuos a experimentar el síndrome de abstinencia emocional o amoroso cuando tienen que romper con su pareja. Esto no solo causa dolor psicológico sino que puede llevar al afectado sufrir también síntomas físicos.

 

Un ejemplo clarísimo del síndrome de abstinencia emocional son los adolescentes, cuando sufren por primera vez una ruptura, el dolor de la distancia o la decepción de un rechazo. Cuando somos adultos, lo sabemos muy bien cuando experimentamos una infidelidad, cuando el amor caduca o cuando sencillamente pasamos a ser conscientes de que es necesario poner fin a una relación sin futuro o dolorosa en exceso.

 

Dejar ir cuando aún se ama, duele (y duele muchísimo). Es muy difícil tener que acostumbrarse a la ausencia del otro, asumir un final definitivo y asumir la obligación de reconstruir nuestra vida sin esa persona, es algo para lo que no estamos preparados. Sin embargo, lo hacemos porque tenemos que hacerlo y lograrlo, nos proporciona fortalezas internas y adecuados recursos psicológicos.

 

Sin embargo, el verdadero problema aparece cuando alguien, lejos de pasar página, cae en el círculo de la obsesión y en un círculo vicioso emocional, donde prevalece la necesidad de contactar a la persona que te gusta, que quiere o que ama, perdiendo la dignidad a costa de mendigar atención y cariño, de clamar por un amor imposible y caduco. Se trata de una persona caracterizada por una dependencia afectiva, donde el síndrome de abstinencia emocional sumerge a esa persona en cuestión, en un estado de vulnerabilidad absoluta y sufrimiento extremo.

 

El síndrome de abstinencia emocional es sinónimo de la imposibilidad de decirle adiós al otro. Se caracteriza por la obsesión de retomar la relación que ya ha terminado. Produce malestar emocional y esto a su vez, puede influir en la vida personal, familiar, laboral, entre otros.

 

La química en el cerebro del enamorado

 

Cualquier persona que se haya enamorado sabe que es una de las mejores experiencias que podemos tener. Sin embargo, la otra cara de la moneda existe y es el desamor, situación que nadie quiere sufrir y se trata de una situación difícil de superar, que puede llevarnos a una crisis existencial si no sabemos gestionarla correctamente.

 

El desamor nos lleva a vivir momentos realmente dolorosos, porque la química cerebral del enamorado puede hacernos sentir adicción por nuestro/a ex, dirigiendo todos nuestros sentidos hacia esa persona y haciendo que nuestro día a día se convierta en un intento por salir adelante y recuperar nuestro bienestar pese a que queramos fundirnos en los brazos de nuestro alguien especial.

 

La química del amor puede hacernos vivir en una nube, pero cuando no tenemos la posibilidad de estar con la persona que deseamos podemos sentir el “mono” (o síndrome de abstinencia), como si de una droga se tratase.

 

Cuando nos enamoramos, nuestro cerebro segrega sustancias como serotonina (relacionada con la felicidad),endorfinas (hormonas asociadas a la sensación de placer),  adrenalina (hace que nos sintamos enérgicos) y dopamina, que tiene una función importante en la supervivencia del ser humano, al provocar la repetición de aquellas conductas que son clave para la perduración de la especie. Por ejemplo, la comida o el sexo, pero también está implicada en las conductas adictivas, como son el consumo de drogas o la ludopatía.

 

Cuando el amor se rompe, de igual que cuando alguien deja las drogas, pueden aparecer efectos secundarios como conductas depresivas u obsesivas e incluso, el síndrome de abstinencia. Generalmente, este síndrome (ya sea emocional o por abuso de drogas), provoca síntomas psicológicos y físicos, porque afecta a nuestro sistema nervioso.

 

Síntomas del síndrome de abstinencia emocional

 

El síndrome de abstinencia emocional aparece cuando debemos dejar de ver a la persona de la que estamos enamorados, ya sea por voluntad propia o ajena y en aquellas situaciones en las que puede haber conflictos, como relaciones tóxicas, infidelidades, etc., su sintomatología puede incrementarse.

 

Por suerte, algunas personas son conscientes de que estos síntomas son pasajeros y que, con el tiempo, es posible recuperar el equilibrio emocional una vez que los circuitos neuronales se debilitan. Sin embargo, otras personas son incapaces de hacer frente al dolor emocional, tienen baja autoestima o no cuentan con las herramientas necesarias para superar esta etapa. Como consecuencia, quedan enganchadas a la pareja y son incapaces de superar la adicción. Es en estos casos, dónde es necesario acudir a terapia psicológica.

 

Los síntomas que una persona con síndrome de abstinencia emocional experimenta son:

 

Síntomas psicológicos:

 

  • Angustia y ansiedad
  • Tristeza y melancolía
  • Deseos de estar con la persona amada, de llamarla y contactarla
  • Aturdimiento y falta de concentración
  • Insomnio
  • Pérdida de apetito
  • Pensamientos obsesivos
  • Sentimiento de desapego por la vida
  • Incapacidad de disfrutar de las actividades diarias

 

Síntomas físicos

 

  • Mareos
  • Náuseas
  • Dolores de cabeza
  • Opresión en el pecho
  • Vómitos

 

La duración del síndrome de abstinencia varía de una persona a otra y en muchos casos, puede ser una experiencia breve que va desapareciendo a medida que se acepta la situación. Ahora bien, como el desamor no es un proceso lineal, puede ocurrir que la persona afectada experimente este síndrome de manera frecuente, porque es incapaz de hacer frente a la situación o porque sigue teniendo contacto con la persona que ama a pesar de la ruptura.

 

Características del síndrome de abstinencia emocional

 

Cuando dejamos una relación afectiva, todos podemos experimentar el síndrome de abstinencia emocional. Sin embargo, este no es más que una parte del duelo, una etapa que debe motivarnos para que pongamos en marcha estrategias de afrontamiento inteligentes y útiles; una serie de recursos que nos permitirán allanar el camino para superar con madurez esa ruptura.

Esta condición psicológica, marcada por el estancamiento y el sufrimiento persistente, es común en personas con una baja autoestima y que se caracterizan por una alta dependencia emocional sobre la pareja. Otro aspecto característico del síndrome de abstinencia emocional es la falta de convencimiento sobre el fin de la relación. Hay una clara negación.

El comportamiento ansioso y obsesivo es otra clave: son incapaces de cumplir el “contacto cero y siempre encontrarán una excusa para buscar, contactar, llamar a su ex pareja. Además, los dependientes son incapaces de tolerar el dolor emocional (carecen de herramientas para gestionarlo, se sienten paralizadas y reaccionan ante el sufrimiento buscando más oportunidades).

No podemos olvidar toda la compleja sintomatología intensa y desgastante que afecta claramente a la salud de la persona: insomnio, pérdida del apetito, problemas de concentración, desinterés por la vida, desánimo, etc.

 

¿Quién tiene más riesgo de padecerlo?

Las personas que están en una relación tóxica o conflictiva. Los vínculos de dependencia afectiva, generan abstinencia emocional en la separación, dejando a la persona en un estado de vulnerabilidad absoluta y sufrimiento extremo.

 

Las personas con una autoestima baja; debido a su tendencia a albergar pensamientos negativos, las personas con autoestima baja tienen dificultades para superar los síntomas de la abstinencia emocional característico de la primera etapa del duelo por separación.

 

¿Qué hacer para superar el síndrome de abstinencia emocional?

Sufrir síndrome de abstinencia emocional (dentro de unos parámetros de intensidad y duración), es algo normal. Sin embargo, es necesario asumir que es transitorio, un estado que debe pasar para dar paso a un estado más equilibrado, centrado y fuerte.

En esta etapa, aceptaremos las emociones negativas como la tristeza, la desolación, el desconcierto, estados que tarde o temprano deben pasar para favorecer la aceptación y la superación.

A lo largo de todo este proceso no dejaremos de lado aspectos tan valiosos como nuestra autoestima, nuestra dignidad, nuestros valores o propósitos vitales. Una ruptura afectiva jamás debe verse como el fin del mundo, sino como el fin de una etapa y el obligado inicio de algo que sin duda nos traerá cosas buenas y una versión de nosotros más fuerte, más hermosa incluso.

Pasos para superar el síndrome de abstinencia emocional

 

  1. Reconocer los síntomas y saber que es transitorio

 

El síndrome de abstinencia emocional tiene un punto álgido al poco tiempo de la ruptura (el primer mes suele ser el más difícil), pero con el tiempo es posible superarlo. Por eso, es importante reconocer que uno está pasando por esta fase del desamor (que es transitoria) para de esta manera intentar controlar esta experiencia física y emocional muy real y dolorosa.

 

  1. Contacto 0

 

Cuando uno se encuentra en la situación de dejar una relación, seguir teniendo contacto con la pareja (con la ilusión de que las cosas podrían arreglarse) es contraproducente. Esto lo único que deja claro es que existe dependencia emocional y alarga el sufrimiento si la verdadera intención es volver a ser feliz y recuperar el bienestar tras una relación que no ha funcionado.

Por este motivo los psicólogos recomiendan contacto 0, es decir “todo o nada”, porque igual que ocurre con la adicción a las drogas, ver a la persona amada y tener contacto con ella favorece las recaídas. Si seguimos la lógica del Condicionamiento Clásico, la exposición a la persona amada reactiva el circuito neuronal que está implicado en el enamoramiento, por lo que si queremos es debilitarlo y recuperar la estabilidad emocional, debemos ser fuertes y romper cualquier tipo de contacto con la persona.

 

Además, si el sentimiento es muy intenso, incluso se recomienda evitar el contacto a través de las redes sociales, porque estas provocan algunos fenómenos como el Síndrome FOMO (es una patología psicológica descrita como “una aprensión generalizada de que otros podrían estar teniendo experiencias gratificantes de las cuales uno está ausente”) que acrecientan la obsesión y el sufrimiento tras una ruptura.

 

  1. Distraerse

 

Uno de los grandes errores que se pueden cometer en esta fase, es dar rienda suelta la obsesión y los pensamientos intrusivos, que suelen ser habituales: los recuerdos y memorias aparecen una y otra vez en nuestra mente. Por eso es importante buscar actividades que nos obliguen a estar distraídos. Pasar tiempo con los amigos, estudiar o ir al gimnasio funcionan muy bien.

 

  1. Luchar por el propio desarrollo personal

 

Cuando lo dejamos con nuestra pareja, el coste para nuestra autoestima es alto. Por eso, debemos de conectar con nosotros mismos y hacer esas cosas que nos gustan. Cosas que nos hagan crecer como personas y con las cuales disfrutamos. Quizás estudiar ese máster que tanto nos motiva o apuntarse a clases de baile. Uno sabe lo que realmente le hace feliz y hace que su vida sea plena.

 

  1. Hacer cambios

 

Hacer cambios en nuestra vida es gratificante. Algo tan simple como hacer nuevos amigos o buscar otras aficiones nos será de gran ayuda para “liberar la mente”, para romper el ciclo de la obsesión.

 

Es hora de levantarnos y comenzar a decidir por nosotros mismos. La dependencia emocional no es más que un síntoma de inseguridad y de infelicidad interior, por tanto, será importante ser felices “desde dentro”, así no nos apegaremos a personas, situaciones o elementos materiales. Seremos autosuficientes y gozaremos de libertad emocional.

 

  • Relaciones sociales

 

Cuando se está en una relación construida desde la dependencia emocional es bastante común dejar de lado la vida social. Por lo que tras la ruptura es el mejor momento para retomar viejas amistades o conocer gente nueva.

 

  • Recordatorio de las razones de la ruptura

 

Cuando atravesamos el síndrome de abstinencia, la memoria sufre una especie de amnesia para los malos momentos. Tener una lista que nos ayude a recordar los motivos de la ruptura y los propósitos de ésta: recuperar nuestra identidad, ganar autonomía, aumentar la autoestima, etc., puede ser una buena idea.

 

  • Desidealización

 

Otra de las trampas del síndrome de abstinencia emocional es idealizar a la persona perdida aplicándole un “filtro mental” que la despoja de sus características más negativas o dañinas. Así, acabamos añorando una imagen irreal y se hace necesario tener presente hechos que demuestren que el pasado no fue tan maravilloso.

 

  • Plan de emergencia

 

Debemos estar preparados para no sucumbir al impulso de volver a contactar con esa persona, y tener una alternativa para ese momento, como, por ejemplo, llamar a alguien con quien puedas quedar o realizar una actividad interesante que desvíe tu atención de la llamada.

 

 

Recuerda que “amar no es sufrir” y que cuando el amor aprieta demasiado, es que no es de nuestra talla.

 

 


Ana Ospina

Psicologa clínica y forense

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