Existen personas que no saben estar solas (sin una pareja), es decir, que sufren de dependencia emocional o que tienen una relación de pareja tóxica (nociva, que les hace daño).

La dependencia emocional se define como la necesidad de tener y/o estar al lado de otro (pareja) continuamente, dependiendo a nivel emocional de ésta, lo que significa que uno de los dos (o ambos, en el caso de la codependencia), no sabe estar sin su pareja y depende para todo de ella. En este trastorno, se vive con el constante miedo al abandono (el cual se origina en la infancia).

Según Jorge Castelló Blasco, especialista en trastornos de la personalidad, la dependencia emocional es “un patrón persistente de necesidades emocionales insatisfechas, que se intentan cubrir de una forma desadaptativa con otras personas”.

Los profesionales de la salud describimos este trastorno como “una necesidad afectiva extrema y continua”, donde se construyen relaciones afectivas entre individuos que potencialmente conllevan a la ansiedad o depresión, en casos de rompimiento.

La dependencia emocional igualmente se manifiesta estableciendo un nuevo noviazgo al poco tiempo después de haber terminado con la pareja, por lo que no se deja un tiempo prudente para elaborar el duelo de la relación anterior. La persona no soporta el duelo, el dolor, sufrimiento y soledad, buscando una nueva relación. La explicación de esta conducta es que el dolor que siente es tan grande, que no puede enfrentarse a ello y huye, refugiándose en una nueva relación que calme el malestar.

En las relaciones tóxicas está presente la dependencia emocional, donde la pareja siente malestar, tristeza, ansiedad o ira, pero a pesar de ello no pueden terminar con la relación o terminan pero vuelven una y otra vez, siendo incapaces de acabar con la relación definitivamente, aunque sean infelices.

Este trastorno es igual que la dependencia a una sustancia tóxica, es una adicción (pero en lugar de ser una adicción a una sustancia psicoactiva como el alcohol, tabaco o droga, ésta adicción se presenta por una persona). Por asemejarse a una adicción de sustancias, también encontramos los mismos componentes que definen a la adicción: dependencia (no puedo vivir sin la dosis), tolerancia (necesito una dosis cada vez mayor para sentir los mismos efectos que se sentían en un principio) y síndrome de abstinencia (si me quitan la dosis, lo paso muy mal. El síndrome de abstinencia produce un gran malestar, que se presenta en forma de ansiedad.

La dependencia emocional tiene los mismos mecanismos cerebrales que las drogas: los centros del placer que se sitúan en la región mesocorticolímbica del cerebro, donde se produce el pico más alto de dopamina (neurotransmisor relacionado con las adicciones y el placer).

El síndrome de abstinencia en la dependencia emocional

Existe una falsa creencia (o creencia errónea) en la persona dependiente que su pareja le da sentido a su vida o que sin ella no puede ser feliz o funcionar. De acuerdo a esta creencia, los dependientes emocionales pueden sufrir de una manera espantosa cuando pierden a ese ser tan sobrevalorado. Cuando lo pierden, es cuando tiene lugar el síndrome de abstinencia emocional, que consiste en una serie de conductas dirigidas a restaurar esa pérdida. Entre esas conductas están:

  • Mirar el teléfono compulsivamente: para ver si recibe algún mensaje de esa persona o para ver si está en línea.

  • Llamar a la persona compulsivamente: es un intento de que vuelva a su lado y de recibir esa “dosis de cariño” que necesita.

  • Salir a buscar a la persona bajo cualquier circunstancia: a veces el malestar es tan grande que obliga al dependiente a salir a buscar al objeto de su amor.

  • Amenazar con hacerse daño a sí mismo: es común entre los dependiente, amenazar con hacerse daño para que su pareja vuelva.

  • Ser agresivo con la persona perdida: puede ser agresivo a nivel verbal o físico.

  • Engañar a otros: el entorno más cercano a la persona dependiente suele aconsejar dejar esa relación tóxica, pero no les suele hacer ningún caso. Una manera de liberarse de lo que no quieren escuchar, es engañar amigos y familiares.

  • Dejar de lado a personas que nos quieren de verdad: el dependiente hace lo que sea con tal de tener al objeto de su deseo de regreso, sin importar que tenga que suspender sus planes con otras personas o dejar de verse con amigos y familiares. Su abstinencia en más poderosa que su raciocinio.

El síndrome de abstinencia no es más que la forma aceptar que la pareja ya no hace parte de la vida del dependiente y que debe seguir con el camino en soledad. Para poder superar el síndrome de abstinencia, se debe estar dispuesto a atravesar ese túnel oscuro de emociones. Es necesario abrirse a la experiencia emocional (llorar, enfadarse, aislarse, etc.).

El dependiente emocional intentará volver una y mil veces con su ex pareja, de la misma manera que el drogadicto se las ingenia para obtener la sustancia y volver a consumir. Esta conducta conduce a un círculo vicioso, puesto que el desprecio de la ex pareja aumenta y hace que se disminuya la autoestima y dignidad de la persona dependiente. La persona que padece este tipo de dependencia necesita permanecer en contacto con su pareja y si el vinculo se rompe del todo, surge el síndrome de abstinencia emocional.

¿Quién sufre de dependencia emocional?

Aunque la dependencia emocional puede ser transitoria, lo que pasa con mayor frecuencia es que el patrón de dependencia emocional haya estado presente a lo largo de toda su vida y con las diferentes parejas que se tienen. Es una dependencia sentimental, es decir, no se refiere a motivos materiales (como ocurre con la dependencia económica), sino se que se refiere a la necesidad de amor y de vinculo afectivo.

La persona con dependencia emocional, experimenta íntima e intensamente, un tipo de carencia afectiva que siente que debe llevar con alguien externo, haciendo todo lo posible por cubrir esa necesidad que termina siendo cronicidad (hacerlo crónico) por ella misma.

Normalmente, las personas con este trastorno suelen buscar parejas con un carácter dominante, que pueden tender hacia el egoísmo y el narcisismo, que sean posesivas y autoritarias. La dependencia emocional puede explicar el comportamiento de mantenerse con la pareja cuando hay maltrato físico y/o psicológico por parte de ésta. La persona dependiente suele idealizar a su pareja, viviendo en sumisión ante ella. La persona afectada es capaz de reconocer el maltrato, el menos precio y lo tóxica que puede llegar a ser la relación, sin embargo, no es capaz de dejar a su pareja y se encuentra “enganchada” a ella. Pueden incluso pedir “perdón” por cosas que no han hecho, con tal de no perder al otro y para ganar u aprobación y amor.

Causas:

Ser una persona dependiente emocionalmente no se hace de la noche a la mañana, sino que hay factores que lo provocan. Por ejemplo, la ausencia de una educación basada en la autonomía personal, la forma en la que se relacionaban nuestras figuras de referencia entre sí (padre, madre) y de éstas, con el resto de coetáneos, de lo que se pudo asimilar de ellas, de los comentarios que nos han o hemos venido diciéndonos a nosotros mismos de lo que somos o no somos desde que tenemos uso de razón hasta ahora. Esas etiquetas que desde niños nos pusieron y que de adultos mantenemos como nuestras, de forma casi invariable y suponen una influencia importante sobre nuestra forma de ser, querer, necesitar y plantearnos el mundo.

Posiblemente al ser niños, tuvimos alguna carencia afectiva y hayamos aprendido a que es mucho mejor estar acompañados que solos, por ejemplo.

De acuerdo con el psicólogo Fernando Conde, la mayoría de las dependencias emocionales se originan en la infancia. Afirma que la educación y el entorno de crianza son causas del patrón persistente de necesidades emocionales insatisfechas. Las personas con este patrón de comportamiento, además de ansiosas o deprimidas, podrían sentirse atemorizadas en la adultez; un miedo que les acompaña ante la idea de un rompimiento. Estas personas desarrollan un miedo (irracional) a estar solos, lo que les genera nuevamente una baja autoestima, con ideas de no merecer amor.

Tipos de dependencia emocional:

Quienes padecen de dependencia emocional, normalmente centran a su pareja como objeto de su dependencia. Sin embargo, ante la ausencia de ésta, la persona puede centrar la satisfacción de esa necesidad con otras figuras relacionadas, como los padres, familiares y/o amistades.

De acuerdo con esto, podemos hablar entonces de tres tipos de dependencia emocional:

  • Hacia la pareja: es el tipo de dependencia emocional de que ya hablamos y es el más frecuente de todos, así como uno de los más nocivos. Como vimos, parte de la creencia errónea de que nuestra pareja es la que le da sentido a nuestra vida o que nos protege de una terrible soledad. En este tipo de dependencia, la pareja se convierte en el eje principal de la propia vida.

  • Hacia la familia: se caracteriza por tener dependencia a los padres y/o a los familiares. Generalmente corresponde a estructuras familiares donde los padres sufren fuertes estados de ansiedad y se lo transmiten a sus hijos, siendo éstos educados en un contexto de excesivo temor frente al mundo y lo externo es visto como amenaza, mientras que el seno familiar es un refugio. Se caracteriza por un estilo de apego ansioso/ambivalente (donde el niño siente una fuerte inseguridad y miedo a ser abandonado por sus padres) y los padres se caracterizan por ser sumamente sobreprotectores. Quienes padecen este tipo de dependencia, sobrevaloran la protección que ofrece la familia. En este tipo de familias promueven la creencia de que la persona no es capaz de grandes desafíos.

  • Hacia el medio social: se caracteriza por la excesiva necesidad de ser reconocido y aprobado en cualquier entorno. Si el medio no valora y acepta al individuo, éste entra en pánico y hará lo necesario para lograr esa compensación psicológica. Sentirse rechazado es lo peor que le puede pasar. Para lograr esa aprobación, la persona puede volverse servil (se siente obligado a agradar a otros, incluso pasando por encima de sí mismo, siendo capaz de cualquier sacrificio con tal de no tener que enfrentarse a un rechazo o a una confrontación) o puede invisibilizarse (la persona puede renunciar a sus convicciones, con tal de no entrar en tensión con el entorno). En ambos casos, la situación es completamente dañina.

En todo caso, sea dependencia a la pareja, a la familia o al entorno social, lo que reside en el fondo es una pobre autoestima. Se parte de la creencia de que se tiene poca valía y que se es inferior o menos competente que los demás, para sortear la vida. Esta pobre autoestima, que lleva al dependiente emocional a desvalorizarse sistemáticamente. Se muestran críticos consigo mismos y con su forma de ser, hasta el punto de sentirse inferiores y culpables del menosprecio que puedan recibir por parte de sus parejas sentimentales.

Características de una persona con dependencia emocional:

  • Baja autoestima.

  • Sentimientos de vacío.

  • Necesidad excesiva de agradar y de aprobación de los demás.

  • Idealizar de forma exagerada ciertas personas con una personalidad marcada y dominante.

  • Necesidad de conformar una pareja, viviendo por y para el amor.

  • Incapacidad para romper ataduras.

  • Miedo intenso al abandono.

  • Dejar en manos de otro la toma de decisiones.

  • Justificar abusos físicos, sexuales o psicológicos.

  • Justificar comportamientos carentes de afecto.

  • Búsqueda constante de aprobación sobre decisiones.

  • No saber cómo terminar una relación conflictiva o tóxica.

  • Buscar personas con una emocionalidad limitada o poco confiables.

Tratamiento:

Para poder tratar la dependencia emocional, lo primero que debe suceder es que la persona acepte el problema y que busque ayuda psicológica, junto con terapia farmacológica, si lo cree conveniente el psiquiatra. Es esencial iniciar rápidamente la terapia psicológica para desvincularse emocionalmente de la pareja.


Ana Ospina

Psicologa clínica y forense

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