Existen mujeres que se desviven por tener hijos, pero hay otras desesperadas por no tenerlos y esa es una decisión que sólo le corresponde a cada mujer.
La reproducción es un tema biológico, es una cuestión innata a cualquier especie y como seres humanos no somos la excepción. Si no nos reproducimos o procreamos, nos extinguimos como especie. Para quedar embarazada no es necesario el instinto maternal y lo cierto es que no todas las mujeres nacemos con éste instinto. Sin embargo, si es necesario el instinto maternal para cuidar de un niño (alimentarlo, arroparlo, protegerlo de peligros, quererlo, etc.), es decir, toda mujer por naturaleza está preparada para reproducirse y ser madre, pero la maternidad es una decisión personal.
Pero, ¿qué es el instinto maternal?
Cuando se habla de instinto, se hace referencia a aquel conjunto de complejas reacciones, hereditarias, comunes a todos los individuos de una misma especie y adaptadas a una finalidad, de la que un sujeto no tiene consciencia y que a su vez, contribuye a la conservación de la vida de éste (ya sea que se trate de un humano o no). El instinto es por lo tanto, una conducta innata y no aprendida que se transmite genéticamente entre los seres vivos de una misma especie y que les hace responder de una misma forma ante una serie de estímulos.
Si se aplica la definición de instinto a las mujeres, al hablar de “instinto maternal”, se haría referencia entonces a una conducta innata y no aprendida que se transmite genéticamente entre las mujeres y que todas responderían de un mismo modo ante el hecho de ser madres, es decir, se podría pensar que todas las mujeres deberían tener y sentir dicho instinto maternal y presentar las mismas reacciones biológicas ante el hecho de ser madres, pero lo cierto es que esto no es así y de hecho, hay muchas mujeres que NO desean tener hijos, por lo que se en realidad se cuestiona la existencia de un instinto maternal, de manera que no se puede hablar de un “instinto”, en tanto que los instintos no son opcionales.
De hecho, el llamado “instinto maternal” se relaciona más con el cuidado del bebé, que con el deseo de ser madre. Igualmente, el instinto maternal se puede definir como el vínculo afectivo que se establece entre una madre y su hijo tras la concepción. Así mismo, el instinto maternal entendido como algo “innato que nos impulsa a tener hijos”, no existe y no se ha demostrado que en las mujeres opere un reloj biológico que promueva instintivamente el deseo de ser madre (en realidad, son otras las causas que hacen que una mujer lo decida, pero no el instinto).
El deseo de ser madre no surge de repente, sino que se construye a partir de los aspectos culturales, la historia específica, la subjetividad y la capacidad o habilidad con que se percibe cada mujer y del apoyo real con el que cuenta para asumir tal responsabilidad, es decir, el instinto maternal NO existe, aunque a muchas personas le cueste trabajo admitirlo.
Igualmente, el deseo de tener un hijo puede ocurrir en cualquier momento de la vida de la mujer, no hay estereotipos, los únicos son los marcados culturalmente, pero lo cierto es que para cada mujer acontece de manera diferente.
En realidad, el instinto maternal es una creencia o una construcción social que la cultura y la tradición le ha impuesto a las mujeres como algo “necesario” para ser consideradas “normales”, lo que hace que muchas mujeres sufran y se sientan culpables ante la ausencia de ese instinto.
Las creencias, la cultura y la sociedad, tienen un papel muy importante en la creencias relacionadas con la maternidad, así como en los estereotipos impuestos a la mujer. Por lo tanto, al hablar de instinto maternal, se hace referencia más bien un constructo social o algo que la tradición ha impuesto a las mujeres como necesario, como se dijo, para ser consideradas “normales” y aún hoy en día, la sociedad concibe a las mujeres como “máquinas de fabricar bebés”. No hay duda en que existe una presión social sobre las mujeres para ser madres, por el simple hecho de ser mujeres y de estar biológicamente predispuestas a serlo. Lo cierto es que “no se es más mujer por ser madre“.
En la actualidad, el número de mujeres que han decidido no tener hijos (conocidas o denominadas como “NoMo” o no mothers/no madres) ha aumentado significativamente, lo que hace evidente que cada vez más las mujeres que han decidido romper los estereotipos de ser mujer y de la maternidad como único proyecto de vida. Tradicionalmente, 9 de cada 10 mujeres eran madres, pero en general, de 1960 a la fecha, la tasa global de fecundidad ha disminuido, pasando de un promedio de 7 hijos a 2, especialmente en mujeres que viven en contextos urbanos y que tienen una mayor preparación educativa. En los países occidentales, entre un 25-30% de las mujeres están decididas a no ser madres, siendo un gran cambio sociológico. Según otros estudios, en la actualidad el 47%de la población femenina entre 15 y 44 años no tiene hijos. Las cosas están cambiando y la tendencia de no tener hijos está creciendo en todos los países. El deseo a la no maternidad está presente en todos los estratos sociales y etnias. En este grupo, también se consideran las mujeres que quieren ser madres y no pueden serlo.
Las NoMo actualmente hacen parte de todo un movimiento social que reclama que se deje de percibir que la única modalidad de felicidad para una mujer, sea dar a luz al menos una vez en la vida, dejando atrás antiguas preconcepciones patriarcales que perciben a las mujeres sin hijos como hedonistas, poco femeninas, egoístas, inmaduras, raras, locas, que odian a los niños y que tendrán una vejez llena de arrepentimiento y soledad. El movimiento busca reconceptualizar la maternidad y que pase de ser una ley natural, universal y esperable, a una decisión individual, legítima y respetable.
La decisión de no ser madre se basa en diferentes razones: por salud, dinero, desarrollo profesional, decepción, por no repetir la historia de madres o abuelas, porque no les atrae el hecho de dedicar su vida al cuidado y crianza de un hijo o porque le dan prioridad a su desarrollo personal y profesional o porque simplemente no lo desean, entre otras razones. Esto posiblemente también ocurre porque las mujeres se han sentado a analizar cómo serían sus vidas si tuvieran un hijo, identificando los horarios laborales, la dificultad de encontrar pareja, los problemas para concebir y su poca afinidad con los niños, como puntos clave para determinar esta decisión de vida.
Aún ante la sociedad, muchas mujeres deben seguir justificando o dar explicaciones del por qué no desean ser madres o de tomar la decisión de esterilizarse, por ser una decisión irreversible o las ven como las “locas de los perros o gatos” por esterilizarse o las ven como algo del otro mundo, algo raro. Sigue siendo un tema muy tabú y muchas mujeres terminan siendo madres porque “es lo que se tiene que hacer” o porque lo “impone la sociedad por ser mujer”.
Esta presión social se pone en practica por medio de los discursos predominantes y los estereotipos que se cobijan bajo ellos, tildando a las mujeres NoMo como “incompletas”, “egoístas”, “frías”, “inmaduras”, “inhumanas”, “irrespetuosas con su género”, “solteronas” (siendo algunos de los calificativos que les han dado a las mujeres que no quieren ser madres). Esta presión social no solo la ejerce la familia, la pareja o las amistades, sino que también puede provenir de los profesionales de la salud y en general, de toda la sociedad, que le insiste a las mujeres que no quieren hijos en que la razón para ser madre es que si no lo hace, no tendrán quién vea por ellas y las cuide cuando sea mayores, pues se asegura que un hijo es siempre una compañía.
Sin embargo, cabe decir que cuando es el hombre el que decide no tener hijos, no hay tanta presión o revuelo, porque se tiene la creencia de que es “antinatural” que una mujer no quiera ser madre, pero esto no debería ser así.
En definitiva, no se puede negar que se sigue juzgando a aquellas mujeres que no quieren ser madres y se las califica, como se dijo, de egoístas o se les asegura que se arrepentirán si deciden no tener descendencia, pero es necesario romper con patrones cognitivos antiguos y heredados (como aquellos que afirman que una “mujer no está completa si no tiene hijos” o que “no es una verdadera mujer hasta no tener un hijo”). Las NoMo a pesar de estas creencias y críticas, se han mantenido firmen en su discurso: “ser mujer no significa ser mamá y en la maternidad no está la total realización“.
Se sabe que entre más educación y preparación profesional tienen las mujeres, menos hijos llegan a tener. Sin embargo, en muchas partes del mundo prevalece el discurso de que lo mejor que le puede pasar a una mujer es tener hijos. Una realidad que no se puede negar en muchos países es que, mientras la tasa de fecundidad en mujeres que viven en contextos urbanos y que tienen una mayor preparación educativa ha disminuido, se hace frente a un problema de salud grave por el aumento de embarazos adolescentes, propiciados por los estereotipos y las expectativas en torno a las mujeres y al rol de ser madres.
En Colombia, estudios revelan que entre el 2005 y el 2010 aumentó en un 5% el numero de mujeres con educación en el país y se ha corroborado que a mayor nivel educativo, menor es el número de hijos que se desean tener y de las colombianas en edad fértil, el 66% trabaja y de ellas, la mayoría que quiere tener hijos, considera que 2 es la cantidad ideal, según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud.
Las reacciones que recibe una mujer que ha tomado la decisión de no ser mamá en un país como Colombia, son muy variadas porque, aunque es una tendencia que va en aumento, aún son consideradas como “bichos raros” en países como éste. Sin embargo, sin importar los reproches que la sociedad les haga, las mujeres ahora sienten la posibilidad de renunciar a la maternidad y explorar otros caminos.
Las mujeres NoMo suelen tener un perfil común, que se define como: mujeres occidentales, con alto nivel educativo, profesional, de nivel económico medio-alto, independientes, que viven principalmente en ciudades, más que en zona rural. Sin embargo, recientes estudios sociológicos señalan que este perfil no es del todo cierto. Aunque este perfil es el más visible, es porque es el predominante, pero el deseo de la no maternidad está presente en todos los estratos sociales y etnias. Cualquier mujer puede pertenecer al movimiento NoMo.
Igualmente, cabe decirse que durante muchos años se ha romantizado o idealizado la maternidad y siempre nos han vendido la idea de que la maternidad es un camino de rosas, pero no se habla de la cara oculta de ésta, la cual es considerada un tabú. Entre algunos de estos aspectos de los que nadie habla, están los siguientes aspectos: los cambios físicos en el cuerpo de mujer durante y después del embarazo, además de los cambios hormonales, el tiempo que hay que dedicarle al bebé o al niño, adaptarse a la nueva rutina, el continuo llanto por parte del bebé, el déficit de horas de sueño, la disminución del tiempo para sí misma/o, la disminución de la realización de actividades placenteras por falta de tiempo, la disminución del tiempo de pareja y de las relaciones sexuales, la disminución de la vida social y las implicaciones económicas (alimentación, salud, vestimenta, educación, recreación), además de deber proporcionar una correcta crianza y educación, entre muchas otras cosas.
Por otra parte, también se puede evidenciar la existencia de mujeres que se han convertido en madres, que no logran establecer un vínculo emocional con su bebé por diferentes razones, lo que genera un rechazo hacia el hijo y puede causar a su vez sentimientos de culpa e importantes daños a la madre y al bebé. Son muchas las madres que llegan a sentir este rechazo, pero no se atreven a exponerlo por el miedo a ser juzgas e incomprendidas.
Entre las razones más frecuentes para no establecer ese vínculo y por las que se da un rechazo de la madre hacia su hijo es:
- Embarazo no planificado o deseado: la llegada de un hijo transforma radicalmente la vida de una mujer. Existen numerosos sacrificios, renuncias y esfuerzos que han de hacerse cuando tenemos otra vida a cargo. Como ya se había dicho, no todas las mujeres desean ser madres o no lo desean en cualquier momento y cuando se tiene un embarazo no planificado, el impacto emocional puede dificultar la adaptación a este nuevo rol. Esto puede suceder con el primer embarazo o en embarazos sucesivos si la mujer se encuentra en un momento vital en el que la maternidad no entraba en sus planes.
- Depresión posparto: entre el 10 y el 20% de las mujeres llega a sufrir depresión posparto (caracterizada por el miedo, ansiedad, llanto, insomnio, aislamiento, fatiga o culpa), que dificulta el normal establecimiento del vínculo de apego con el bebé. El temor a no estar a la altura o el sentirse desbordada por los retos de la maternidad, pueden llevar a experimentar un cierto rechazo por el bebé.
- Expectativas sobre la maternidad: las expectativas poco realistas sobre la maternidad pueden llevar al rechazo hacia un hijo. Muchas mujeres no son conscientes de lo que supone ser madre, hasta que se ven con el bebé en sus brazos. Cuando se enfrentan a la realidad, se sienten desbordadas.
- Por presión social: en estos casos, la maternidad no es un deseo genuino sino un paso que dan por presión social o con la intensión de arreglar los problemas de relación de pareja. En estos casos se pueden sentir arrepentidas e incapaces de afrontar la situación.
- Por el abandono de las metas de la madre: dejar a un lado las metas que la madre quería para su vida, antes de tener el bebé (qué logros profesionales o personales pretendía alcanzar a una determinada edad), puede desencadenar un rechazo hacia éste y se puede producir un choque entre esos objetivos y la maternidad.
- Por el temperamento del bebé: en ocasiones es el temperamento lo que conduce al rechazo. Un bebé excesivamente demandante, que llora con frecuencia y presenta dificultades para comer, dormir adecuadamente puede no ajustarse a las expectativas de la madre. Si al crecer, su personalidad tampoco es la esperada, esto puede generar conflictos en la madre.
- Por la influencia de cómo la madre a su vez fue criada: la influencia de cómo se nos educó, cómo se nos crió, puede tener un papel importante en el rechazo hacia los hijos. La manera en que fuimos criadas y el tipo de apego que tuvimos, deja huella en nuestra forma de ser, en las conductas que aprendimos, en los valores que interiorizamos. Esta huella no determina nuestro futuro pero si puede modularlo. Un ejemplo de esto es la manera en que se puede repetir o efectivamente se repite la manera de regañar o castigar a los hijos (tal y como lo hacia la madre cuando eran pequeñas), al igual que se pueden repetir los patrones de crianza o estilos parentales (negligencia y abandono, sobreprotección, autoritarismo, permisividad, maltrato, afectuoso, etc.).
- Por la soledad, la falta de apoyo o de ayuda: el sentimiento de soledad, la falta de apoyo y/o ayuda por parte del padre del hijo o de la familia, pueden hacer que una madre se sienta fácilmente abrumada y generar un rechazo hacia su hijo.
Por todas estas razones y más, es que una mujer puede pensar y sentir arrepentimiento de ser madre. Esto no significa necesariamente que estas mujeres no quieran a sus hijos (aunque también puede suceder), pero tampoco significa que no quisieran devolver el tiempo y evitar ser madres, para vivir sus vidas como realmente las hubieran querido vivir.
Tocofobia
Es una fobia que afecta al 14% de las mujeres en todo el mundo (aunque se sospecha que su prevalencia ha aumentado desde el año 2000 en adelante) y es un trastorno que consiste en un miedo intenso al embarazo y al parto. La pueden sufrir mujeres que son primerizas o las que ya han experimentado un embarazo anteriormente, el cual suele haber dado lugar a un parto traumático.
Aunque es normal tener cierto miedo a todo lo que implica la gestación y la llegada de un bebé, la profunda ansiedad que sienten las mujeres con tocofobia, hace que este miedo sea algo patológico e inexplicable.
Solo con el hecho de pensar o nombrar un embarazo, puede desencadenarse una crisis nerviosa, donde se prefiere evitar el tema y hasta puede ser motivo de problemas con la pareja al no querer tener hijos. Son mujeres que por todos los medios evitan quedar embarazadas, volviéndose la anticoncepción una verdadera obsesión. En los casos en los que ya se está embarazada, se puede pensar en el aborto para evitar el parto, pedir una cesárea para no pasar por un parto vaginal o incluso, tener pensamientos de rechazo hacia el bebé. En el peor de los casos, la mujer puede incluso plantearse el recurrir a la gestación subrogada para tener hijos sin tener que pasar por el embarazo y parto.
Tener tocofobia no implica necesaria que no se desee ser madre, porque hay mujeres que eligen no ser madres biológicas por no pasar por un proceso de embarazo y de parto, pero que se plantean en la opción de adoptar para cumplir el sueño de ser madre, aunque algunas si están convencidas que no lo serán ni de una forma ni de otra.
Existe una tocofobia primaria (aquellas que nunca han tenido hijos, aparece antes del embarazo y suele comenzar en la adolescencia; su origen puede estar injustificado, así como puede estar relacionado a alteraciones psicológicas o a abuso sexual) y una tocofobia secundaria (la padecen quienes ya han tenido uno o más hijos).
Entre las causas de la tocofobia primaria están:
- Miedo a la responsabilidad tan grande que implica tener un bebé
- Preocupación por los cambios que van a sufrir en su cuerpo
- Miedo a sufrir durante el parto
- Preocupación de que el bebé una alguna anomalía
- Sufrir vaginismo o dispareunia (dolor en las relaciones sexuales)
- Haber sufrido abusos sexuales o violación en el pasado
- Haber visto escenas de partos o conocer las vivencias de otras mujeres con experiencias traumáticas.
La principal causa de la tocofobia secundaria es haber sufrido un parto traumático en un embarazo anterior o haber vivido una experiencia negativa . En estos casos no se habla exactamente de tocofobia sino de estrés postraumático no curado. Otra causa de la tocofobia secundaria puede ser haber sufrido depresión posparto.
Al hablar de un trastorno de estrés postraumático asociado al embarazo y/o al nacimiento del bebé, se hace referencia a que una madre tiene la experiencia de que
su vida o la del bebé ha corrido peligro durante éste. Puede presentarse entre el 2-6% de las mujeres que dan a luz y un 30% suele generar algunos síntomas de este trastorno, persistiendo durante mucho tiempo o incluso años, si no es tratado de forma adecuada.
Es más difícil tratar la tocofobia primaria que la secundaria, en tanto que se desconocen los motivos del miedo para poder empezar a profundizar en ellos.
A algunas les asusta tanto pasar por un embarazo, que deciden abortar o simplemente evitan a toda costa quedar embarazadas. Es tres veces más probable que una mujer entre 16 y 24 años reciba el diagnostico de tocofobia.
El punto álgido del miedo se encuentra en el momento de dar a luz.
Actualmente, hay muchas formas de ser mujer y, por lo tanto, muchas maneras de ser madre y la maternidad, como una construcción social, ya no está asentada bajo un solo modo en el que poder identificarse: feminidad, entregada ama de casa, maternidad, etc. Ya no es tan claro. Para poder responder a la pregunta de si existe o no el instinto materno, se debe separar el concepto de ser una mujer a ser una madre. En el ser humano entra en juego algo mucho más importante que el instinto y es el deseo de ser madre. Existen numerosas mujeres que no solo tienen dudas sobre si ser o no madres, sino que también existen muchas que tienen la ausencia de ese deseo.
En conclusión, se puede decir que cada mujer tiene la libertad y el derecho de elegir su camino y de tomar la decisión de ser madre o no. Es una decisión personal, nadie debe ni puede meterse en ésta decisión. Ninguna mujer (por el simple hecho de serlo) debería sentirse obligada a ser madre, al igual que ninguna mujer debería ser juzgada por decidir vivir su maternidad plenamente.
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